Martes, 17 de julio, 2018
A pesar de la terrible situación sobre el terreno en Afganistán, las autoridades noruegas, turcas y alemanas parecen decididas a seguir adelante con la deportación de personas refugiadas o migrantes hacia un país que no es seguro
La comunidad internacional no puede abandonar a la población afgana que ha huido del conflicto y la violencia cuando el número de víctimas civiles sigue siendo récord; así lo ha manifestado hoy Amnistía Internacional, y ha pedido a los gobiernos que suspendan las devoluciones a Afganistán.
Según datos de la ONU recién publicados, 1.692 personas perdieron la vida en el primer semestre de 2018, más que en ningún otro periodo análogo desde que empezaron a recopilarse datos hace 10 años. En el mismo periodo resultaron heridas 3.430 personas.
“Dado que sigue habiendo un número muy elevado de personas muertas y heridas en Afganistán, es inaceptable que se afirme que las condiciones de seguridad en el país son suficientes para el retorno de la población. Estados que un día se comprometieron a apoyar al pueblo afgano ahora, al apartar insensiblemente la mirada de esta masacre, están poniendo sus vidas en peligro, lo que supone una violación flagrante del derecho internacional. La comunidad internacional no puede abandonar a la población afgana que huye del conflicto y la violencia en estos momentos”, ha dicho Omar Waraich, director adjunto de Amnistía Internacional para Asia Meridional.
Desde 2014 se han registrado más de 10.000 personas muertas y heridas al año en Afganistán. Se teme que la situación se repita este año.
En los últimos dos años se ha observado una escalada de las devoluciones al país, con decenas de miles de personas deportadas desde la Unión Europea, Turquía y otros países.
El caso de Taibeh Abbasi
A pesar de la terrible situación sobre el terreno en Afganistán, las autoridades noruegas parecen decididas a seguir adelante con la deportación de Taibeh Abbasi y su familia.
Taibeh Abbasi es una mujer de 19 años con la nacionalidad afgana que acaba de terminar sus estudios secundarios en Noruega. A los pocos días de que Taibeh celebrara este logro, las autoridades rechazaron su recurso para quedarse en el país. Taibeh nunca ha estado en Afganistán, y teme por su seguridad y la de sus seres queridos. Aspira a seguir con sus estudios y ser médica.
La familia de Taibeh huyó de Afganistán, destruido por la guerra, en busca de refugio en Irán. Allí sufrían discriminación, así que decidieron buscar refugio en Noruega.
“El gobierno noruego no puede fingir que Afganistán es seguro. De hecho, aconseja encarecidamente a sus propios ciudadanos no viajar a ninguna zona del país, y las inmediaciones de su propia embajada en Kabul han sido alcanzadas en ataques de grupos armados. ¿Tan desesperados están por demostrar dureza con la emigración que están dispuestos a destrozar los sueños de una adolescente y a poner en peligro su vida y la de su familia?”, se preguntaba Omar Waraich.
Muchas personas, además de Taibeh y su familia, corren peligro en Noruega de ser deportadas a Afganistán.
El suicidio de un retornado de 23 años
Otro caso desgarrador es el de un afgano de 23 años que se ha quitado la vida después de que Alemania lo obligara a volver a su país este mismo mes.
Todavía sin identificar, era uno de los 69 afganos que el gobierno alemán devolvió a Afganistán el 4 de julio. Seis días más tarde apareció su cadáver en un hotel contratado por la Organización Internacional para las Migraciones.
La noticia de la devolución de estas 69 personas fue anunciada por el ministro del Interior alemán, Horst Seehofer, quien comentó insensiblemente que el número coincidía con los años que él cumplía ese mismo día.
“Por desgracia, los comentarios del ministro del Interior alemán son típicos de una actitud cruel que influye en la indiferencia europea hacia el sufrimiento afgano. Alemania llevaba años afirmando su compromiso con los derechos humanos de la población afgana. Ahora, sus ministros están más que dispuestos a anotarse tantos políticos fáciles jugando con la vida de la gente”, ha dicho Omar Waraich.
Miles de devoluciones desde Turquía
En los últimos meses, las autoridades turcas han deportado sin piedad a miles de afganos que habían hecho un viaje largo y peligroso para buscar refugio en el país. Muchas de las personas que solicitaron asilo habían sufrido palizas, abusos y explotación por el camino.
Desde enero, Turquía ha devuelto a miles de afganos. Turquía, que alberga la mayor población refugiada del mundo, ha empezado a levantar un muro en su frontera con Irán para repeler nuevas llegadas.
En marzo de 2016, el gobierno turco firmó un acuerdo con la Unión Europea para impedir a las personas que buscan seguridad que continúen su viaje hacia Europa.
“Turquía era hasta entonces un anfitrión generoso para refugiados que huían del conflicto. Es triste ver su papel reducido a hacer el trabajo sucio de la Unión Europea, actuando como guardia de fronteras a sueldo, rechazando implacablemente a personas que han hecho el peor de los viajes. Estas devoluciones sólo empañarán la imagen que tanto le había costado construir”, ha afirmado Omar Waraich.