Martes, 06 de octubre, 2020
Las bombas de racimo son armas de efecto intrínsecamente indiscriminado que causan sufrimiento a la población civil durante años después de ser utilizadas, y están prohibidas internacionalmente por un tratado refrendado por más de 100 Estados
Debe darse prioridad a la protección de la población civil atrapada en la escalada del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional tras confirmar el uso de las prohibidas bombas de racimo en la región.
Durante el fin de semana, imágenes compatibles con el uso de municiones de racimo en la ciudad de Stepanakert, capital de Nagorno Karabaj, fueron publicadas por las autoridades de facto de la región, que también informaron sobre un número indeterminado de víctimas civiles tras nuevos bombardeos en Stepanakert y la localidad de Shushi.
“Es preciso proteger a la población civil ante la escalada de los combates, no someterla a ataques deliberados ni ponerla en peligro de manera irresponsable”.
El personal experto del Equipo de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional pudo establecer que las imágenes correspondían a zonas residenciales de Stepanakert, e identificó municiones de racimo M095 DPICM de fabricación israelí que aparentemente habían sido disparadas por fuerzas azerbaiyanas.
“Las bombas de racimo están prohibidas en cualquier circunstancia por el derecho internacional humanitario, y por tanto usarlas para atacar zonas civiles es especialmente peligroso y sólo puede causar más muertes y lesiones”, ha afirmado Denis Krivosheev, director en funciones de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.
“Las bombas de racimo son armas de efecto intrínsecamente indiscriminado, y usarlas en zonas residenciales es terrible y del todo inaceptable. Mientras continúe la escalada de los combates es preciso proteger a la población civil, no someterla a ataques deliberados ni ponerla en peligro de manera irresponsable.”
Amnistía Internacional ha pedido a todas las partes en el conflicto que respeten plenamente el derecho internacional humanitario y protejan a la población civil de los efectos de las hostilidades.
Información complementaria
El 27 de septiembre estallaron intensos combates entre Azerbaiyán y Armenia y fuerzas apoyadas por armenios en la región secesionista azerbaiyana de Nagorno Karabaj. En los últimos días, ambas partes implicadas en el conflicto han intercambiado fuego de artillería y cohetes.
Azerbaiyán informó de que fuerzas armenias habían atacado zonas civiles en la segunda ciudad más importante del país, Ganyá, así como otras localidades. Aunque el equipo experto de Amnistía Internacional ha confirmado que las fuerzas armenias usaron sistemas de artillería de cohetes Smerch de 300mm, el material fotográfico y videográfico disponible en el lado azerbaiyano no permite un análisis concluyente de sus objetivos concretos ni saber si las ojivas de los cohetes contenían municiones de racimo.
Bombas de racimo
Las bombas de racimo son armas de efecto intrínsecamente indiscriminado que causan sufrimiento a la población civil durante años después de ser utilizadas, y están prohibidas internacionalmente por un tratado refrendado por más de 100 Estados. Amnistía Internacional pide tanto a Armenia como a Azerbaiyán que se conviertan en Estados Partes en la Convención sobre Municiones en Racimo.
Las municiones de racimo esparcen cientos de submuniciones (o bombetas) por una amplia zona. Se calcula que entre el 5% y el 20% de las submuniciones de racimo no llegan a explotar y se quedan sobre el terreno. Para la población civil, representan una amenaza equiparable a la de las minas terrestres antipersonal.
Usar esta clase de bombas contraviene la prohibición de ataques indiscriminados, por la amplitud de la zona que abarcan las numerosas submuniciones liberadas y por el peligro que representan para todas las personas que entren en contacto con la munición sin explotar.