Lunes, 21 de enero, 2019
“La decisión de disolver Racines es un golpe asestado claramente con la intención de intimidar a quienes se muestran críticos para silenciarlos. No se debe sancionar a nadie por expresar pacíficamente sus opiniones o criticar a las autoridades”, ha señalado Heba Morayef, directora de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África
Las autoridades marroquíes deben dejar de inmediato de intentar disolver el grupo cultural Racines por los comentarios críticos que hicieron unos invitados en un programa de debate online que se grabó en su sede, han manifestado Human Rights Watch y Amnistía Internacional hoy.
Racines, asociación radicada en Casablanca, está en el punto de mira por haber prestado su oficina para grabar un episodio del programa de debate “1 Dîner 2 Cons” (Una Cena, Dos Tontos) el 5 de agosto de 2018. Ahmed Benchemsi, de Human Rights Watch, fue una de las seis personas que fueron invitadas a comentar las noticias de Marruecos en ese episodio, que se publicó en YouTube el 24 de agosto. En el curso del programa, algunos de los invitados criticaron los discursos y las políticas del rey Mohamed VI, en un contexto de creciente represión policial de las protestas públicas. El episodio se ha visto más de medio millón de veces.
“El programa de debate ‘1 Dîner 2 Cons’ es uno de los poquísimos espacios donde se puede aún hablar libremente y sin censura en Marruecos”, ha señalado Sarah Leah Whitson, directora de Human Rights Watch para Oriente Medio y el Norte de África.
“Al pedir la disolución de la organización que lo acogió, las autoridades envían un sombrío mensaje al cada vez más reducido número de periodistas y comentaristas de Marruecos, y ese mensaje es: ¡A callar!’.”
El 9 de octubre, el gobernador de Casablanca-Anfa, que es un alto cargo del Ministerio del Interior, escribió al fiscal general de Casablanca para pedir la disolución de Racines por haber organizado una actividad que incluyó entrevistas intercaladas con claras ofensas a la instituciones [y en la que] se expresaron opiniones políticas que se alejan mucho de los fines con los que se creó la asociación”. La carta del gobernador se refiere al episodio de “1 Dîner 2 Cons” del 5 de agosto. El 13 de noviembre, el fiscal general solicitó a los tribunales la disolución de Racines por los motivos indicados en la carta.
No fue Racines la que organizó “1 Dîner 2 Cons”, ni tampoco la que publicó en YouTube el programa grabado. El programa no se publicó en su canal de YouTube. “La asociación se limitó a ofrecer su oficina de Casablanca para la grabación del programa, a petición de sus creadores y sus presentadores, los periodistas Amine Belghazi y Youssef El Mouedden”, ha explicado el presidente de Racines, Raymond Benhaim, a Human Rights Watch. El 26 de diciembre, los tribunales se pronunciaron a favor del fiscal y ordenaron la disolución de Racines. El grupo publicó el 15 de enero uncomunicado de prensa en el que anunciaba su decisión de interponer un recurso de apelación.
“La decisión de disolver Racines es un golpe asestado claramente con la intención de intimidar a quienes se muestran críticos para silenciarlos. No se debe sancionar a nadie por expresar pacíficamente sus opiniones o criticar a las autoridades”, ha señalado Heba Morayef, directora de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
“Si las autoridades están dispuestas realmente a cumplir con su compromiso constitucional e internacional de garantizar la libertad de expresión y asociación, deben dejar de inmediato de intentar cerrar Racines.”
En la sentencia escrita, el tribunal de primera instancia citó el artículo 36 de la Ley de Asociaciones, que dispone que “toda asociación que realice una actividad distinta de las previstas en sus estatutos será disuelta”.
Al mencionar un artículo de los estatutos de 2015 de Racines en el que se indica que entre los objetivos de la asociación figura “posibilitar el acceso a la cultura, estableciendo una política cultural en Marruecos y organizando actos culturales”, el tribunal pareció dar a entender que acoger una programa como “1Dîner 2 Cons” queda fuera del ámbito de los objetivos declarados de la asociación. Pero los estatutos de 2015 de Racines incluyen el “activismo por la libertad de expresión”’ entre sus objetivos. En sus estatutos actualizados de 2018 se añade que la misión de Racines es organizar “debates [...] relativos a la libertad de expresión”.
Las asociaciones deben tener libertad para determinar sus estatutos y actividades y para tomar decisiones sin la injerencia del Estado. Las normas que regulan las organizaciones no deben servir de pretexto para suprimir el ejercicio de derechos humanos como la libertad de expresión, de reunión pacífica y de asociación, han manifestado Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
1 Dîner, 2 Cons es un programa de debate en YouTube, en el que dos presentadores caracterizados como “tontos” invitan a periodistas, artistas y otros profesionales a debatir, mientras cenan, sobre diversos asuntos políticos y sociales controvertidos, en tono informal y sin convencionalismos. Se emite desde 2016. Esta es la primera vez que las autoridades han emprendido acciones legales contra él.
En el episodio en cuestión, titulado “La saga de los nihilistas” y disponible online en tres segmentos, participan: Ahmed Benchemsi, director de trabajo de incidencia y comunicación de Human Rights Watch para Oriente Medio y el Norte de África; Omar Radi, periodista; Barry, cantante; Jawad El Hamidi, defensor de la libertad religiosa; Aadel Essaadani, activista cultural y miembro del personal de Racines, y Rachid Aourraz, economista. Algunos de los invitados criticaron que el rey de Marruecos no garantizara la rendición de cuentas por el aumento de la represión policial. Uno de ellos mencionó también la corrupción de que estaba plagada, afirmó, la gestión que hacía el Ministerio del Interior de un importante programa social iniciado por el rey en 2005.
Desde las década de 2000 se han cerrado en Marruecos muchos medios de comunicación independientes, cuyos fundadores se han marchado del país tras años de hostigamiento e intimidaciones. El gobierno ha encarcelado a periodistas, secuestrado publicaciones, confiscado bienes, sometido a periodistas a juicios injustos en los que se han impuesto multas desproporcionadas y organizado boicots publicitarios. En la actualidad hay en prisión varios periodistas y comentaristas, algunos de ellos muy críticos con la política oficial. Los canales de televisión de Marruecos se abstienen de verter críticas a las políticas y prácticas del rey.