Miércoles, 28 de noviembre, 2018
La serie El poder transformador de la educación en derechos humanos nace inspirada por activistas de todo el planeta que aprenden sus derechos y difunden una cultura global de los derechos humanos; es una ventana a las historias de los defensores y defensoras de los derechos humanos que han participado en las iniciativas de educación en derechos humanos de Amnistía. La serie ilustra el poder transformador de la educación en derechos humanos y las acciones que estos/as activistas siguen llevando a cabo
Karin Watson es una activista de la educación en derechos humanos en Chile
¿Cómo te convertiste en activista?
Una vez oí a alguien decir: “El activismo es la renta que pago por vivir en el mundo”, y es la típica frase que no se olvida nunca. Siento que vengo de un entorno privilegiado en un país con problemas y creo que lo correcto es usar ese privilegio para ayudar a quienes están en situaciones peores, para cambiar las cosas, para alzar nuestra voz.
La educación en derechos humanos fue un momento crucial en mi vida. Fui a un taller de Amnistía sobre derechos sexuales y reproductivos cuando tenía 17 años. Fue una experiencia que no olvidaré nunca: ese tipo de educación y dinámica era algo que no había experimentado antes. Sobre todo, lo que me impactó realmente fue el espacio seguro que crearon, tantas personas diferentes de procedencias tan diversas, capaces de compartir en un nivel muy íntimo. Nunca había tenido la oportunidad de hablar con tanta libertad sobre estos temas. Me sentí empoderada, comprendida y menos sola.
Háblanos de una iniciativa en la que hayas participado a través de la EDH y del cambio que has visto que representa
Uno de los momentos más importantes para mí fue participar en la campaña “Chile no protege a las mujeres” que comenzó en 2015 y cuyo objetivo es cambiar la ley sobre el aborto de mi país. Es una lucha en curso para cambiar nuestras leyes sobre el aborto, muy estrictas, que en aquel momento lo prohibían en todas las circunstancias.
Trabajamos mucho con diferentes iniciativas para despenalizar el aborto por lo menos en tres supuestos básicos. Fue un proceso largo, con mucho esfuerzo de diferentes asociaciones y organizaciones, pero por fin, el año pasado conseguimos que cambiara la ley. Fue un pequeño paso, pero un logro gigantesco. Este cambio significa que las mujeres y niñas no tienen que morir por un aborto clandestino y que no van a ser castigadas por tomar decisiones sobre su propio cuerpo.
Personalmente, fue un momento muy emocionante, ver el trabajo de años y años convertirse en algo que afecta tanto a la vida de las personas. Es el tipo de momento que te permite seguir adelante. ¡Fue increíble ver el impacto que tuvo en las mujeres y niñas del país!
¿Qué papel tiene en esto la educación en derechos humanos?
La educación en derechos humanos me da la oportunidad de defender aquello en lo que creo y motivar a otras personas a que hagan lo mismo. En nuestra campaña, no sólo luchábamos contra la ley, queríamos educar a la gente sobre la tolerancia y reducir el estigma del aborto.
Tengo la oportunidad de ir a las escuelas y decirles a los niños y niñas que tienen las dificultades que tuve yo que sus opiniones importan y son valiosas, que tienen derecho a decir lo que piensan, a luchar por lo que creen correcto, incluso cuando las personas mayores los desanimen. Después de los talleres, puedo ver que niños y niñas se sienten empoderados, escuchados y motivados para generar cambio en sus comunidades.
El trabajo con los derechos sexuales y reproductivos hace que sienta que ayudamos a arreglar los agujeros de nuestro sistema educativo y creamos espacios seguros para que la gente joven aprenda y hable. Tratamos de normalizar temas y de empoderar a las personas para que reivindiquen sus derechos.
La educación es la base de todos los cambios sociales. Cada persona que se siente motivada es un pequeño paso adelante.
¿Qué cambio quieres ver en tu comunidad, en el mundo?
Quiero ver a las personas, mujeres y jóvenes disfrutando de sus derechos. Quiero que la gente se sienta empoderada y conozca sus derechos. Quiero una sociedad más abierta y consciente. Me gustaría vivir en una sociedad que recuerde su pasado y en un país que acoja a las personas migrantes y refugiadas y se preocupe por los derechos de las mujeres. Y, paso a paso, trato de ayudar a construir esa sociedad.