Jueves, 25 de octubre, 2018
Amnistía Internacional no se opone a que los gobiernos utilicen controles fronterizos, pero estos han de ser legítimos y respetar los derechos humanos, incluido el derecho a pedir asilo. Los duros controles fronterizos que han utilizado una serie de gobiernos estadounidenses en los últimos 30 años han demostrado su ineficacia a la hora de reducir la migración y sólo condenan a las personas a unas rutas más precarias y peligrosas que ponen su vida en peligro y alimentan las redes de tráfico de personas
Ficción: Si México o Estados Unidos no devuelven o detienen a las personas, llegarán más
Dato: Hay pocas pruebas que indiquen que el aumento de las restricciones fronterizas tenga algún efecto sobre si la gente se marcha o no de su país.
En muchos casos estamos hablando de personas que no tienen más elección que marcharse de su casa y de personas que seguirán intentando encontrar un lugar seguro para vivir a pesar de las políticas de México, Estados Unidos o cualquier otro país que pueda ser más seguro que el suyo.
Estas son algunas de las condiciones que impulsa a una persona a huir o a marcharse de su país:
- la violencia;
- la extorsión a manos de grupos de delincuencia organizada;
- la ausencia de protección de sus gobiernos;
- la precariedad de las condiciones de vida que deben soportar.
La forma real de frenar el movimiento de miles de personas contra su voluntad es reclamar a sus gobiernos y a quienes colaboran con ellos que busquen formas de proteger los derechos humanos de su población. Honduras, por ejemplo, es un país con una de las tasas de asesinatos más altas de Latinoamérica y del mundo. Su tasa de asesinatos es un 800% más alta que la de Estados Unidos.
Amnistía Internacional no se opone a que los gobiernos utilicen controles fronterizos, pero estos han de ser legítimos y respetar los derechos humanos, incluido el derecho a pedir asilo. Los duros controles fronterizos que han utilizado una serie de gobiernos estadounidenses en los últimos 30 años han demostrado su ineficacia a la hora de reducir la migración y sólo condenan a las personas a unas rutas más precarias y peligrosas que ponen su vida en peligro y alimentan las redes de tráfico de personas.
Ficción: Las personas de la caravana sólo quieren ganar más dinero y quitar el trabajo a los ciudadanos y ciudadanas de los países a los que llegan.
Dato: Aunque la pobreza es un problema importante y puede que afecte a la decisión de marcharse de Honduras y de otros países, las razones para irse suelen ser más urgentes que las meramente económicas e implican decisiones de vida o muerte.
Muchas de las personas que se han ido de Honduras en los últimos días buscan un lugar más seguro para vivir. Ello se debe a que su vida podría estar en peligro porque han recibido amenazas de muerte directas o han sido agredidas por decir “no” a grupos delictivos violentos que suelen extorsionar a comerciantes, conductores de autobús y vendedores callejeros de periódicos, o reclutar a la fuerza a niños y niñas.
Honduras es un país que tiene aproximadamente el tamaño del estado de Arizona. Cuando la vida de una persona está en peligro, tiene que buscar un modo de huir porque estos grupos delictivos violentos tienen la forma de encontrarla donde esté en este pequeño país. Amnistía Internacional ha documentado muchos casos de personas y familias que huyen de su país de origen en el Triángulo Norte de Centroamérica porque han recibido amenazas de muerte y han sufrido violencia debido al grupo social al que pertenecen y que necesitan protección internacional.
Ficción: Los miembros de la caravana representan una amenaza para la seguridad de México o de Estados Unidos.
Dato: No hay nada que indique que la llegada de familias, caravanas o personas solicitantes de asilo o refugiadas esté ligada a un aumento de la tasa de criminalidad ni en México ni en Estados Unidos.
Por el contrario, hay numerosos estudios en Estados Unidos que demuestran que las zonas que han recibido el mayor número de personas migrantes y refugiadas tienen en general las tasas de criminalidad más bajas del país. En el caso de México, parece que no hay pruebas publicadas que hayan relacionado la llegada de personas de Centroamérica con cambios en las tasas de criminalidad del país.
Además, en la caravana viajan centenares de niños y niñas con sus familias. No estamos hablando de grupos poderosos o de amenazas para la seguridad; estamos hablando de personas con necesidades reales: mujeres y hombres conductores de autobús, estudiantes, adolescentes, comerciantes, vendedores callejeros de comida.
Ficción: No se debería permitir la entrada de personas que esperan pedir asilo cuando llegan a la frontera sur de Estados Unidos.
Dato: Esto no es así. Según la legislación estadounidense y el derecho internacional, cualquier persona que busque asilo en un puerto de entrada a Estados Unidos debe ser recibida, autorizada a solicitar asilo y remitida a una autoridad de asilo para que se estudie su solicitud.
Si las autoridades estadounidenses devuelven a estas personas desde la frontera estarían infringiendo la ley. Devolver a personas a situaciones en las que su vida o su seguridad podrían correr peligro no es sólo cruel, sino ilegal.
Durante el paso de la caravana por México, las autoridades de este país deben proteger a las personas que huyen de una situación de peligro y garantizar los derechos de todos los integrantes de la caravana, lo que incluye no detener a niños y niñas solicitantes de asilo ni separar familias. Cuando la caravana llegue a la frontera con Estados Unidos, las autoridades de este país tienen las mismas obligaciones.
Esta caravana no es una amenaza para la seguridad: es un movimiento de personas y familias reales con temores, esperanzas y sueños. Y todas ellas merecen estar a salvo.