Martes, 24 de abril, 2018

Amnistía Internacional ha recurrido a la información de fuente abierta -los videos y fotografías publicados en Internet o compartidos en redes sociales como WhatsApp- para respaldar las investigaciones y campañas, para proteger a los civiles atrapados en el conflicto. De lo contrario, nuestro trabajo se habría visto obstaculizado


 

Hay fotografías y videos de tantos ataques con armas químicas en Siria: Talmenes, Al-lataminah, Kafr Zita, Khan Sheikhoun; y todos han sido documentados y verificados, pero rara vez esto ha sido tan importantes con respecto a la forma en que los Estados justifican públicamente sus políticas.

Pero un supuesto ataque químico contra Douma, en el campo de Damasco, el 7 de abril cambió todo eso. En su justificación sobre los ataques militares de represalia contra objetivos en Siria, los discursos oficiales de la primera ministra del Reino Unido Theresa May se refirieron específicamente a "imágenes desgarradoras de hombres, mujeres y niños muertos con espuma en la boca", y la Casa Blanca a videos e imágenes que muestran "los restos de al menos dos bombas de barril de cloro de los ataques con características consistentes con las bombas de barril de cloro utilizadas en ataques pasados".

No dudamos de la veracidad de estas imágenes. De hecho, en Amnistía Internacional trabajamos para verificar muchas de ellas. Una parte central de nuestro trabajo en las áreas de conflicto es evaluar si los militares y los grupos armados cumplen con las obligaciones legales internacionales aplicables. La evidencia de fuente abierta verificada puede ser crucial para evaluar el cumplimiento de las normas del derecho internacional humanitario y las leyes de derechos humanos.

Lo destacable de estas imágenes, sin embargo, es cuán frontales y centrales han sido para que los Estados puedan justificar sus propias acciones en respuesta a Siria el 14 de abril. Sí, claramente, hay otra evidencia detrás de estas. El gobierno francés menciona entrevistas a personas en el campo, la "información confiable de Estados Unidos que indica la coordinación entre los oficiales militares sirios antes del ataque". Pero también es cierto que, considerando que la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés) es inicialmente incapaz de ingresar a Douma, la evidencia autorizada y públicamente disponible ha sido difícil de conseguir. Esto contrasta, por ejemplo, con el ataque aéreo de los EE. UU. tras el ataque de Khan Sheikhoun en abril de 2017, antes de que el Ministerio de Salud turco emitiera un comunicado en el que decía que se había utilizado gas sarín, lo cual fue confirmado por la OPCW posteriormente.

Considerando que nuestras reiteradas solicitudes de acceso a Siria ser continuamente denegadas o ignoradas por el gobierno, Amnistía Internacional ha recurrido a la información de fuente abierta -los videos y fotografías publicados en Internet o compartidos en redes sociales como WhatsApp- para respaldar las investigaciones y campañas, para proteger a los civiles atrapados en el conflicto. De lo contrario, nuestro trabajo se habría visto obstaculizado.

Siendo yo alguien que ha pasado largas horas revisando, mapeando videos y fotos que muestran ataques contra civiles y la destrucción de objetos civiles, estoy seguro de que las imágenes recientes de Douma que han sido cotejadas y verificadas, utilizando metodologías bien establecidas, por organizaciones de confianza no son falsas

Eso no quiere decir, sin embargo, que no hay imágenes falsas por ahí. Existen y esto forma parte de un problema más amplio. Una y otra vez, con ejemplos de contenidos falsificados, los gobiernos, los grupos armados y sus partidarios pueden sacar a relucir la ya cansada antinomia de "noticias falsas" para enmascarar algo horrendo. Se comete una violación a los derechos humanos y las imágenes de una hora o lugar diferente aparecen de repente en las redes sociales. El gobierno sirio explota la falsedad de esas imágenes para socavar otros materiales verificados y el sufrimiento, el trauma y la angustia que documentan.

Las secuelas del ataque del 7 de abril contra Douma vieron un aumento en este tipo de contenidos falsos: un portavoz del Pentágono citó un aumento del 2,000% en la actividad de los bots rusos. Un ejemplo particularmente sorprendente, descubierto por el colectivo de investigación online Bellingcat, fue el video compartido como "prueba" de que los Cascos Blancos habían organizado los ataques, cuando de hecho, fue tomado de "Revolution Man", una película ficticia financiada por el Ministerio de Cultura sirio sobre un periodista que ingresa a Siria y fabrica ataques de armas químicas. Incluso si hubiera información pública rigurosamente verificada para contrarrestar tales narrativas falsas, el viejo adagio de que "una mentira se extiende por todo el mundo antes de que la verdad se haya puesto los pantalones" reina de forma suprema en la esfera online. De hecho, un estudio reciente del MIT publicado en Science concluyó que, en Twitter, las noticias falsas se propagan más rápido y más allá de la verdad.

Si bien Amnistía Internacional reconoce cuán útil puede ser la inteligencia de fuente abierta para corroborar y verificar los acontecimientos, rara vez esta forma la columna vertebral de su investigación y análisis. En Siria, seguimos trabajando al máximo para obtener entrevistas a víctimas de primera mano, testigos oculares y expertos en el campo. No siempre podemos acceder a todas las partes del país de manera oficial o segura, pero nuestros equipos de investigación están en contacto constante con sus redes en toda la región. El video y las imágenes de fuente libre ahora son parte de ese proceso, pero no son la única parte. Nuestro Cuerpo de Verificación Digital, un equipo formado por aproximadamente 120 voluntarios en prestigiosas universidades de cinco países, emplean una metodología robusta para obtener y verificar dicho contenido. Solo podemos usar el contenido cuando cumple con ciertos estándares rigurosos; de otra manera tendríamos que descartarlo. ¿Por qué? Porque cualquier nivel menor amenazaría la credibilidad de nuestra comunidad de derechos humanos y la de los derechos humanos en general, en un momento y en un entorno de información que lo necesita desesperadamente.

En la era digital, tal vez no sea sorprendente que el contenido de fuente abierta en línea sea cada vez más importante para la diplomacia pública de los Estados, e incluso pueda informar las decisiones de las instituciones internacionales. Una reciente orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Libia, por ejemplo, dependía en gran parte de la evidencia digital verificada de los presuntos crímenes. Cuando se llevan a cabo correctamente, las investigaciones de fuente libre pueden formar una nueva ruta crucial hacia la justicia y la rendición de cuentas para las víctimas de atrocidades en lugares difíciles de alcanzar, donde un teléfono móvil puede ser el único testigo capaz de compartir la historia con el resto del mundo.

Pero así como la "niebla de la guerra" puede llevar a malentendidos y dudas, los Estados deberían estar a tono con el cúmulo de narrativas conflictivas y competitivas en las plataformas digitales a raíz de atrocidades como el ataque de Douma. Si queremos garantizar que el contenido de código abierto se utilice eficazmente para responsabilizar a los perpetradores, todos los Estados, las instituciones internacionales, los medios y las organizaciones de la sociedad civil como Amnistía Internacional debemos asegurarnos de que nuestras metodologías de verificación sean claras, transparentes y robustas. Hacer lo contrario deja la puerta abierta a la difusión de desinformación y propaganda que socava la verdad, con consecuencias potencialmente devastadoras para las víctimas de violaciones de derechos humanos y crímenes reales.

 

Por Sam Dubberley, Director del Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional.