Viernes, 16 de marzo, 2018

“El acuerdo UE-Turquía representa perfectamente la actual política migratoria europea de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. El acuerdo mantiene a miles de personas en precarias condiciones en las islas griegas con objeto de devolverlas a Turquía", señaló Irem Arf, investigadora sobre Migración de Amnistía Internacional


Cuando van a cumplirse dos años de acuerdo UE-Turquía, firmado el 18 de marzo de 2016 con objeto de devolver a Turquía a las personas refugiadas y migrantes que lleguen a las islas griegas, Irem Arf, investigadora sobre Migración de Amnistía Internacional, ha manifestado:

“El acuerdo UE-Turquía representa perfectamente la actual política migratoria europea de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. El acuerdo mantiene a miles de personas en precarias condiciones en las islas griegas con objeto de devolverlas a Turquía. Como no las tienen ya a la puerta, los líderes europeos no tienen reparos en hacer caso omiso de la difícil situación de estas personas y felicitarse por el éxito del acuerdo.”

Aunque el acuerdo ha contribuido a reducir considerablemente el número de llegadas a las islas griegas, a falta de alternativas legales y seguras, miles de personas refugiadas continúan recurriendo a rutas poco seguras y a contrabandistas, cuyo negocio se pretendía arruinar con el acuerdo, para llegar a Europa.

Amnistía Internacional pide que se traslade con urgencia a territorio continental griego a las personas solicitantes de asilo que se consumen en las islas y que los demás Estados miembros de la UE cumplan sus promesas de reasentamiento y reubicación.

“Construir muros visibles o invisibles no detendrá a las personas que intentan rehacer su vida en condiciones de seguridad. Los líderes europeos deben cumplir sus promesas y admitir a las personas refugiadas de Turquía y de Italia y Grecia, los Estados miembros de la UE situados en primera línea”, ha añadido Irem Arf.

Información complementaria:

A finales de febrero y principios de marzo, Amnistía Internacional visitará las islas de Lesbos, Chios y Samos, donde desembarcan la mayoría de las personas refugiadas que llegan a Grecia.  Actualmente hay alrededor de 13.000 personas -hombres, mujeres, niñas y niños- en las islas, la mayoría en campos superpoblados donde en muchos casos duermen en tiendas inadecuadas y donde su seguridad está en riesgo.