Martes, 06 de marzo, 2018
La lucha para combatir la violencia intrafamiliar y garantizar los derechos de las mujeres debe continuar. Hasta ahora, el camino lo han hecho las mujeres, víctimas y sobrevivientes, que han sacrificado su reputación y su integridad física por cada nueva política y cada nueva ley en cada provincia
En China, las mujeres llevan largo tiempo movilizándose para ayudarse entre ellas. Según datos estadísticos oficiales, una de cada cuatro mujeres ha sufrido violencia en el ámbito familiar. Sin embargo, esta epidemia silenciosa a menudo se ha ocultado bajo la alfombra. En el país, la violencia en el seno familiar se ha venido considerando tradicionalmente como un asunto privado en el que las personas ajenas no tienen derecho a intervenir. Ahora esto está cambiando.
Cambio en la opinión pública
El silencio se quebró por primera vez de verdad con la emisión de una popular teleserie, No hables con desconocidos, que ponía de relieve los abusos domésticos en el seno de una familia. Aunque No hables con desconocidos era una producción comercial, se consiguió que incorporara en su argumento un conjunto de sugerencias de los grupos de derechos de las mujeres. El programa derribó barreras y suscitó un debate sobre la violencia intrafamiliar en la sociedad convencional china.
Aprovechando el éxito del programa televisivo, la Red contra la Violencia Intrafamiliar de la Sociedad Jurídica China —en la que yo trabajaba de enlace con los medios de comunicación— produjo el primer anuncio callejero contra la violencia doméstica en 2002. En la primavera de 2003 continuamos con uno de los intentos más audaces realizados en China, donde la participación pública está restringida: intentamos entregar un anteproyecto de ley contra la violencia intrafamiliar para que lo adoptara el gobierno. Se me encomendó la tarea de presentarlo a los medios de comunicación, congregados en Pekín para informar sobre las denominadas “Dos Sesiones”, reunión anual de los órganos consultivos de los poderes legislativo y ejecutivo de China.Junto a la cantidad ingente de información de contexto sobre la violencia intrafamiliar que entregamos a los periodistas iba también el anteproyecto de ley, que sería uno de los primeros documentos legislativos redactados por la sociedad civil china.
Aunque el anteproyecto de ley suscitó cierto interés, no provocó el revuelo que esperábamos, y el gobierno no lo incluyó en su agenda legislativa oficial. En 2003, la sociedad aún no estaba madura, pero ya había empezado a cambiar. En 2005 tuvo lugar otro avance que contribuyó a cambiar la percepción de la violencia intrafamiliar en la sociedad, con la emisión en CCTV, la cadena de televisión estatal, de un rompedor documental sobre mujeres encarceladas por matar a sus esposos maltratadores.
Los medios de comunicación de mayor difusión cumplieron la importante función de invertir la tendencia de opinión sobre la violencia en el ámbito familiar, pero eso sólo fue posible gracias a la persistente labor de cabildeo y campaña de activistas entregadas y grupos empeñados en la defensa de los derechos de las mujeres. Muchos años después, la opinión pública ha cambiado radicalmente en China como resultado de estas campañas.
El famoso caso de Kim Lee
Una de las causas judiciales de violencia intrafamiliar más conocidas fue la de Kim Lee. Kim, ciudadana estadounidense, vivía en Pekín y estaba casada con el millonario Li Yang. Li Yang era muy famoso en China por su popular curso “Crazy English”, que ayudó a estudiantes de toda China a superar su timidez gritando sin pudor frases en inglés en parques y recintos universitarios. En 2011, Kim Lee causó una conmoción en el país al publicar fotografías de su cuerpo lleno de magulladuras y contusiones en redes sociales. Su sonado divorcio ocupó titulares durante más de un año. Kim recibió 50.000 ringgits (unos 8.000 dólares estadounidenses), que entonces era la mayor suma concedida en concepto de indemnización en una causa de divorcio incoada por maltrato.
Cuando Kim salió de los tribunales, abrazó a las voluntarias que se habían puesto “vestidos de boda manchados de sangre”, como performance artística y protesta subversiva para dar visibilidad al problema de la violencia en el ámbito doméstico. Cuesta mucho conseguir triunfos como éste, y las activistas sólo pueden permitirse un momento de celebración.
Aprovechando el impulso, el mismo grupo de voluntarias emitió una petición pública con la siguiente reivindicación: “No queremos una ley de violencia intrafamiliar vacía y meramente simbólica […] queremos una ley que tenga fuerza real […] esperamos ser informadas y poder participar y dar seguimiento al proceso de elaboración de la ley”. Consiguió más de 12.000 firmas, convirtiéndose en la mayor acción en favor de los derechos de las mujeres emprendida hasta la fecha.
El histórico logro de la Ley de Violencia contra las Mujeres en el Ámbito Familiar
En el año 2000 empezó a aparecer legislación local. La provincia de Hunan fue la primera en promulgar una ley contra el maltrato en el ámbito familiar. En 2010, el gobierno central incorporó un proyecto de ley a su agenda y, finalmente, en marzo de 2016 entró en vigor la ley nacional.
Muchos lo vieron como un triunfo trascendental, pero yo tenía mis reservas a la hora de celebrarlo, porque, por nuestra experiencia en el trabajo de incidencia en el ámbito de la legislación, sabíamos las dificultades que nos íbamos a encontrar. La verdadera batalla, la de su aplicación, no había hecho más que empezar.
Pongamos por caso la cuestión de los derechos de custodia. La ciudadana canadiense Shirley Dai ganó la causa de divorcio por maltrato en el ámbito familiar contra su esposo Liu Jie, famoso coordinador de especialistas de cine, pero perdió la custodia de su hijo. Preguntó cómo era posible que se concediera la custodia exclusiva a un maltratador, pero los tribunales se pusieron de parte de su exmarido. Para entonces, Shirley ya llevaba dos años sin ver a su hijo.
Se supone que los tribunales deben velar por el interés superior del menor a la hora de conceder los derechos de custodia, pero no existe una orientación clara sobre si el maltrato en el ámbito intrafamiliar cometido por un miembro de la familia debe pesar en la decisión, ni de qué manera. Además, no hay rendición de cuentas por no abordar los casos de progenitores que ocultan a los hijos del otro progenitor o le impiden visitarlos.
Shirley, junto con otras nueve madres, puso en marcha la campaña del “lazo morado” sobre este asunto y, hasta hoy, sigue luchando por los derechos de custodia y visita.
¿Se cumple la Ley de Violencia contra las Mujeres en el Ámbito Familiar?
El pasado mes de noviembre, la organización de defensa de los derechos de las mujeres Igualdad Ya publicó un informe de evolución en el que señalaba una grave deficiencia de la ley: la falta de apoyo a las víctimas que huyen de hogares abusivos. Según el informe, en 2016 sólo 149 personas fueron admitidas en los 2.000 albergues ocasionales para víctimas de violencia intrafamiliar, lo que demuestra que las instalaciones son terriblemente insuficientes. Los requisitos de admisión son muy exigentes, mientras que la normativa de los centros es muy estricta y los servicios, insuficientes.
Los medios de comunicación llevan años informando de estos problemas, pero apenas se ha hecho nada para mejorar la situación. Asimismo, es difícil garantizar la financiación de las ONG dedicadas a este trabajo, ya que en China las ONG cada vez encuentran mayores obstáculos, incluso para inscribirse oficialmente y conseguir fondos.
Sigue siendo muy difícil ganar un caso de violencia intrafamiliar en los tribunales. Por ejemplo, según señalaba el informe de Igualdad Ya, diez meses después de la promulgación de la ley sólo se había autorizado el divorcio en 14 de las 142 causas de divorcio relacionadas con maltrato presentadas en la ciudad de Jinan. La razón por la que estas 14 causas se ganaron fue invariablemente la misma: el acusado admitió haber maltratado a la víctima. El resto de las causas se perdieron por la misma razón: el acusado negó las acusaciones de violencia intrafamiliar y los jueces consideraron que no había pruebas suficientes que las sustentaran.
Los casos de parejas del mismo sexo todavía son más complicados y difíciles de seguir.
La lucha para combatir la violencia intrafamiliar y garantizar los derechos de las mujeres debe continuar. Hasta ahora, el camino lo han hecho las mujeres, víctimas y sobrevivientes, que han sacrificado su reputación y su integridad física por cada nueva política y cada nueva ley en cada provincia.
Por ahora, su exigencia de cambio sigue sin obtener una respuesta satisfactoria de su gobierno.
Autor: De Lu Pin, activista feminista china.
Fotografía: Boda de sangre.