Miércoles, 20 de diciembre, 2017
Cuando Twitter ha anunciado la entrada en vigor de sus nuevas normas encaminadas a reducir “comportamientos de incitación al odio”. La empresa viene recibiendo intensas críticas desde hace años por su inacción a la hora de abordar los abusos y la violencia que proliferan en su plataforma.
Por Azmina Dhrodia es investigadora sobre tecnología y derechos humanos de Amnistía Internacional
“Tras cinco años de hostigamiento en línea, combinado con actos de hostigamiento en la vida real, básicamente he aceptado el hecho de que estoy dispuesta a morir por el trabajo que hago”.
Esto es lo que Pamela Merritt, bloguera y activista de los derechos reproductivos estadounidense me contó cuando la entrevisté como parte de una investigación sobre abusos en línea contra mujeres. Pamela se mostró notablemente optimista cuando describió el aluvión de amenazas de violación y de muerte que recibe, pero su historia es escalofriante y muestra lo valientes que tienen que ser las mujeres para expresarse en Internet, en un mundo donde sus opiniones son recibidas a menudo con amenazas violentas.
Pienso en Pamela hoy, cuando Twitter ha anunciado la entrada en vigor de sus nuevas normas encaminadas a reducir “comportamientos de incitación al odio”. La empresa viene recibiendo intensas críticas desde hace años por su inacción a la hora de abordar los abusos y la violencia que proliferan en su plataforma. El mes pasado, la situación se agudizó cuando las críticas de varias celebridades sobre la respuesta de Twitter a los abusos hicieron que la etiqueta#WomenBoycottTwitter (#MujeresBoicoteanTwitter) se hiciera viral.
Ante ello, el director general de Twitter, Jack Dorsey, prometió una “postura más agresiva” sobre los abusos y nos ha dado estas nuevas normas. El cambio principal es que Twitter actualiza y amplía sus reglas para incluir insinuaciones sexuales no deseadas, contenido multimedia de carácter íntimo, imágenes y nombres visibles que incitan al odio, y la violencia.
Sin embargo, las reglas de Twitter nunca han sido el problema real. En lo que se refiere a los numerosos tipos de abusos que sufren las mujeres en la plataforma, ésta ya cuenta con un conjunto bastante enérgico de reglas comunitarias que podrían ser más eficaces si se hicieran cumplir adecuadamente.
En el último año he entrevistado a decenas de mujeres sobre sus experiencias de violencia y abusos en Internet, y he oído lo mismo una y otra vez: las mujeres se sienten defraudadas por Twitter, tuits que vulneran claramente las normas de la empresa siguen en Internet, ya no se molestan en denunciar los abusos, Twitter no se toma en serio los abusos en línea.
Pamela dice que a pesar de los terribles insultos que recibe, Twitter “rara vez adopta medidas” y únicamente se ha tomado en serio una sola de sus denuncias.
No hay duda de que Twitter, y otras plataformas de redes sociales, han proporcionado a mujeres de todo el mundo un nuevo espacio en el que expresarse, mostrar solidaridad y crear redes. Pero está el reverso de la moneda: Al no proteger a las mujeres de la violencia y los abusos en línea, esas mismas plataformas están permitiendo que los abusadores silencien a las mujeres.
Es un problema muy extendido. El mes pasado, Amnistía Internacional encargó una encuesta para conocer las experiencias de abusos y acoso en línea de las mujeres. Casi una cuarta parte (el 23%) de las encuestadas de ocho países dijo que había sufrido abusos o acoso en línea al menos una vez, y más de la mitad de estas mujeres dijo que, como consecuencia de ello, habían sufrido estrés, ansiedad o ataques de pánico. Cerca de la mitad (el 46%) de las mujeres que sufrió abusos o acoso dijo que eso les hizo temer por su integridad física. Es evidente que esto no es algo que desaparezca cuando salen de Internet.
Estos abusos están teniendo un inquietante efecto silenciador. Alrededor de tres cuartas partes (el 76%) de las mujeres que dijeron que habían sufrido abusos o acoso en una plataforma de redes sociales hicieron cambios en la forma en que usan las plataformas. Lo que es más preocupante: casi un tercio (el 32%) de las mujeres dijo que había dejado de publicar contenidos que expresaban su opinión sobre ciertos temas.
Las empresas de redes sociales deben tomarse esto en serio. Ninguna mujer debería sentir que expresar su opinión podría ponerla en peligro. Garantizar que todas las personas pueden participar libremente en Internet y sin temor es vital para garantizar que Internet promueve la libertad de expresión en pie de igualdad.
Aunque es genial que las nuevas reglas de Twitter parezcan encaminadas, al menos en parte, a tomarse más en serio los abusos contra las mujeres, la historia no se acaba añadiendo más normas. Twitter tiene que explicar por qué contenidos que infringen claramente sus propias políticas sobre violencia y abusos suelen permanecer en Internet, incluso después de haber sido denunciados.
Con sus nuevas normas ampliadas, quedan aún algunas preguntas sin responder. En la actualidad no tenemos ni idea de cuántos moderadores y moderadoras trabajan en la empresa para responder a las denuncias de abusos o cómo reciben formación para identificar los abusos o las conductas de incitación al odio. (También se ha pedido que haya moderadores y moderadoras más diversos). No sabemos cuántas denuncias de abusos recibe Twitter ni tenemos una perspectiva clara de cómo responde a ellas. Todas estas preguntas son importantes: una mayor transparencia ofrecería a las mujeres una idea más clara de los pasos que han de dar cuando son víctimas de abusos.
Twitter habrá hecho un buen trabajo de relaciones públicas con la noticia de hoy, pero la auténtica prueba será si las mujeres siguen autocensurándose en la plataforma por temor por su seguridad y su bienestar.
Foto: ShutterStock/Burdun Iliya