Viernes, 17 de noviembre, 2017

La policía de Jamaica ha asesinado a más de 3000 personas desde el año 2000. Desde enero del presente año hubo un incremento del 44% en el número de asesinatos cometidos por la policía en comparación con el mismo periodo de tiempo el año pasado.


Escrito por Sarah Hamilton, especialista para Jamaica de Amnistía Internacional Estados Unidos

“Convierto mi dolor en poder. No sólo por la justicia que merece mi hijo sino por la justicia que merece cada una de las personas que han sido asesinadas por la policía.”

- Beverley Smith

“Una hermana rota recuerda para que otros no olviden.”

- Shackelia Jackson

Me siento privilegiada y honorada de haber podido pasar tiempo en septiembre con Simone Grant y Shackelia Jackson, dos defensoras de los derechos humanos en Jamaica que se han unido a Amnistía Internacional en una serie de eventos en Washington D.C. Ellas vinieron no sólo a compartir sus historias de fortaleza y valentía, vinieron a compartir las historias de dos individuos cuyas voces fueron silenciadas demasiado pronto, las voces de sus hermanos, Matthew Lee and Nakiea Jackson.

Ambos hombres fueron asesinados por la policía de Jamaica, en 2013 y 2014, respectivamente. Aunque uno de ellos era de un área con un alto poder adquisitivo y el otro de un barrio en el centro de la ciudad, ambos hombres tenían menos de 30 años y eran conocidos por su buen comportamiento y sus grandes aspiraciones de vida. Ninguno de estos dos hombres se vieron vinculados en alguna actividad criminal e inquietantemente ambos compartieron un desafortunado destino en las manos de quienes hacen cumplir la ley.

La policía de Jamaica ha asesinado a más de 3000 personas desde el año 2000. Desde enero del presente año hubo un incremento del 44% en el número de asesinatos cometidos por la policía en comparación con el mismo periodo de tiempo el año pasado.

Trágicamente esto es muy familiar a lo que vivimos en los Estados Unidos. Hemos sido perseguidos por nombres como los de Philando Castile y Michael Brown. Miles de personas son asesinadas cada año por la policía en los Estados Unidos y es extremadamente raro que la policía rinda cuentas al respecto. Por demasiado tiempo hemos fallado en reconocer que esto es un problema regional que ha impactado de forma desproporcionada hombres jóvenes negros en comunidades marginadas de Jamaica, Brasil o los Estados Unidos, sólo por nombrar algunos países.

Además, ¿con qué frecuencia escuchamos sobre la lucha personal y las emociones de las mujeres que son dejadas atrás?

Simones y Shackelia son dos de esas mujeres. Desde que sus hermanos fueron asesinados ellas han exigido justicia. Se han unido a otras familias que a lo largo de Jamaica enfrentan la misma pared de impunidad para los casos de sus seres queridos que han muerto. Ahora, con el apoyo de Amnistía Internacional ellas están cruzando fronteras para conectarse con familias que viven situaciones similares en Estados Unidos o en Brasil.

Durante su permanencia en Washington D.C se han unido a un evento público de la Coalición de Madres Preocupadas y el grupo local “Las vidas de las personas negras importan” (Black Lives Matter, en inglés) para generar consciencia sobre los casos de Matthew y Nakiea. Simone, entre lágrimas, se disculpa por su emocionalidad y enfatiza que luego de 4 años aún le resulta difícil hablar sobre la pérdida de su hermano. De forma impasible transmitió que su energía se encuentra enfocada en obtener justicia: “Ahí es donde mi energía está enfocada, al final del día algo positivo tiene que salir de esto.”

Shackelia habló con pasión: “Mi hermano era buena en tantas cosas diferentes… A menudo pienso, ‘¿y si…?’ Pero no nos queda preguntarnos, ‘¿y si…?’ Si no, ¿a quién más puedo salvar?” Ella le imploró a las personas presentes que reconocieran las conexiones entre los Estados Unidos y Jamaica. Hablando del “lenguaje universal de la muerte” reconoció a la “comunidad de la tristeza” de cual ahora es parte.

La siguiente en hablar fue Carol Gray, una madre que se mudó de Jamaica a Nueva York para mantener a su hijo a salvo de la violencia policiaca, sólo para que su hijo fuera asesinado por la aplicación de la ley de Nueva York a los 16 años. Carol comenzó tristemente, confirmando las palabras de Shackelia “Cuando hablas estoy ahí, contigo.” Estuvo más claro que nunca, en ese momento, que la hermandad compartida por estas mujeres era el vínculo que las ayudaba a seguir adelante. Carol habló de la tración, tanto de Jamaica como de los Estados Unidos: “vine a la… tierra de la libertad y mi hijo fue disparado por la espalda.” Entre lagrimas demostró ese dolor que sufría día a día.

Beverly Smith, una madre de Washington D.C que también perdió a su hijo a manos de la policía, siguió las palabras de Carol:

“Convierto mi dolor en poder. No sólo por la justicia que merece mi hijo sino por la justicia que merece cada una de las personas que han sido asesinadas por la policía.”

Finalmente, una desafiante April Goggans, de la organización “Black lives matter”, habló del acoso al que la sometía la policía por ser una reconocida activista en su vecindario y del impacto en  la comunidad de "un Estado que continúa controlando a la población bajo la apariencia de (protección)" y señaló que "hay un costo humano para comunidades enteras cuyos niños son robados".

Al día siguiente, hubo una presentación en el Congreso de los Estados Unidos. Donde se instó a los miembros a hacer un llamamiento a las autoridades jamaicanas para abordar las violaciones de derechos por parte de la policía y proporcionar justicia a Simone, Shackelia y cientos de otras familias.

Pero todavía me encontraba impresionada por las palabras compartidas en el evento.

Su pena, sus lágrimas y su tristeza me golpearon profundamente.

Al igual que tú, he visto videos horrendos circulando en las redes sociales. He llorado al escuchar los gritos de "¡no disparen!". He perdido la esperanza ante la noticia de otro veredicto de "no culpable". Me he entristecido al seguir las noticias de los llamados escuadrones de la muerte de Jamaica, las mentiras sobre los asesinados por la policía y un sistema de justicia corrupto en Jamaica, el lugar que mis padres llaman tiernamente “nuestro hogar anterior”.

Pero nunca antes me había sentado con las mujeres que quedan para reconstruir sus vidas. Nunca antes les había visto quitarse la máscara del estoicismo y presenciar una parte muy pequeña de su dolor ineludible y que lo abarca todo. Nunca antes había considerado la enormidad de la tarea que están emprendiendo en nombre, no sólo de su propia familia, sino de todos los hombres y mujeres que están siendo asesinados por la policía en todo el mundo. Nunca antes había visto esta "desafortunada hermandad" en acción.

Pero ahora la he visto.

"Tenemos el deber de protegernos y no caer en la trampa de la complicidad", dijo April.

Estoy decidida a seguir de pie a su lado. Amnistía permanecerá a su lado. ¿Estás listo para levantarte junto a nosotros?

Las voces de los jóvenes negros asesinados están llorando desde el polvo en toda Jamaica, los Estados Unidos, Brasil y muchos otros países de nuestro hemisferio. Simone Grant y Shackelia Jackson me despertaron de mi somnolencia y me mostraron esta horrible realidad.

Tú también puedes actuar y apoyar hoy mismo, a Shackelia, a través de la Campaña “Escribe por los Derechos” de Amnistía Internacional. También puedes darle me gusta y seguir nuestra página de Facebook dedicada a apoyar a mujeres como Simone y Shackelia.

¿De qué otra manera responderás a este llamado?

Únete y lucha por la justicia:  www.time4justice.org.