Viernes, 11 de marzo, 2016

Actualmente, el gobierno se está atribuyendo el poder de controlar la vida privada de toda la ciudadanía; de cada hombre, mujer, menor, niño, niña. No importa quién seas, ni si eres inocente o no: observan todo lo que haces. Lo interceptan, lo analizan y lo almacenan cada vez durante más tiempo.


El hecho de que existan agencias como la Jefatura de Comunicaciones del Gobierno de Estados Unidos que están mirando a través de webcams en los dormitorios de la gente, entre las cuatro paredes de sus hogares, es aterrador. La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos recoge diariamente miles de millones de registros de ubicación de teléfonos móviles, así que saben dónde te has subido al autobús, adónde fuiste a trabajar, dónde dormiste y qué otros teléfonos móviles durmieron contigo. Debemos preguntarnos: “¿Acaso queremos vivir en una sociedad en la que estamos completamente desnudos ante el gobierno, y éste es totalmente opaco para nosotros?”

Hay quien dice: “Si no has hecho nada malo, no tienes nada que ocultar a un gobierno que espía”. Pero no se trata de no tener nada que ocultar, se trata de ser tú mismo. Se trata de poder tener amistad con quien quieras sin que te preocupe qué imagen transmite eso por escrito o en algún registro privado guardado en alguna caja fuerte del gobierno. Se trata de darse cuenta de que hay razones para cerrar la puerta del baño. Hay razones por las que no queremos que la policía tenga una cámara de video con la que pueda vernos mientras nos damos un baño.

Podrías ser la persona más inocente del mundo, pero si alguien programado para ver patrones de delincuencia analiza tus datos, no va a encontrarte a ti: va a encontrar a un delincuente. Sé, porque he sido un analista sentado ante un escritorio dedicado a vigilar a gente, que la información que hay en los bancos de datos puede llevar muy fácilmente a conclusiones erróneas, particularmente cuando quienes analizan los datos están buscando a terroristas y delincuentes.

Aunque hoy tuviéramos el gobierno más responsable del mundo, mañana eso podría cambiar. Y en tiempos de conflicto, cuando nos enfrentamos a poderosos enemigos extranjeros y a la amenaza del terrorismo, es todavía más importante que protejamos nuestros valores, porque en épocas de pánico es cuando perdemos derechos. No queremos que nuestros políticos piensen: “Me preocupa que la gente diga que no hice lo suficiente, así que prefiero hacer de más”.

De repente, tenemos sistemas algorítmicos para hacer cumplir la ley, investigar y predecir la actividad delictiva. Lo que pasará es que, cuando nos demos cuenta de que la persona que está a nuestra izquierda o a nuestra derecha ha sido arrestada por una infracción de la ley increíblemente leve, evitaremos a toda costa hacer cualquier cosa que pueda considerarse controvertida. No habrá libertad de expresión.

La intimidad es para quienes no tienen poder. La transparencia, para quienes lo tienen. No es necesario decir por qué quieres que el Estado te deje en paz. En una sociedad libre, el estado natural es que se nos permita ser libres. Que quieran restringir y controlar nuestras actividades cambia mucho la naturaleza de la sociedad humana.

Amnistía Internacional se ha unido a Adblock en el Día Mundial contra la Censura en Internet para concienciar a la opinión pública sobre la represión de la libertad de expresión en el mundo. Adblock es una herramienta que ayuda los usuarios de la web a bloquear publicidad no deseada, y el 12 de marzo de 2016 reemplazará la publicidad de los banners por contenidos que los censores de algunos países no quieren que la población vea.

 

Comunicado Amnistía Internacional