Martes, 14 de junio, 2022
Hernandez, Zeus
El arte, en este caso expresado en las obras cinematográficas de Digcenia Mejias, permite, como menciona Sierra (2014), volver a mirar las historias de una manera más sensible y humana, apelando a la empatía, viviendo la experiencia de otras personas, poniendo en perspectiva el dolor (o el amor) ajeno
El jueves 19 de mayo, el proyecto Diversxs Venezuela llevó a cabo con éxito el cineforo “Realidades Diversas” en la ciudad de Caracas. En el marco del Día Internacional contra la Homofobia, Bifobia y la Transfobia (IDAHOBIT). En el cual se expusieron un documental y un cortometraje llamados: "Llámame puta" y "El cangrejo resultó no ser inmortal", respectivamente, pertenecientes a la cineasta venezolana Digcenia Mejias, que busca visibilizar el amor homosexual y los prejuicios.
Con la intención de crear espacios de reflexión sobre los derechos humanos en un contexto para las reivindicaciones de la dignidad personal y la igualdad de las personas LGBTIQ+, más de 30 participantes estuvieron presentes en este cineforo, donde se presentaron dos excelentes ponencias llevadas a cabo por Danny Toro (Coordinador de País Narrado) y Óscar Villanueva (actor escritor y productor de teatro).
El documental "Llámame puta" coloca en perspectiva la historia de dos trabajadoras sexuales, una mexicana y una venezolana. Ambas hablan a la cámara como si esta fuese una persona, con tal confianza y cercanía, como alguien que se interesó en escuchar esa historia que muchas personas prefieren ignorar o juzgar sin tener idea de lo que están colocando en objeción. Estas mujeres expresan sus retos, sus anhelos por gozar de sus derechos humanos y sus posturas ante los derechos para las personas que se dedican al trabajo sexual.
Por su parte, el cortometraje "El cangrejo resultó no ser inmortal", cuenta la historia de dos mujeres, acompañadas de una narrativa que se sumerge en la poesía y converge en las emociones de las historias que surgen cuando una persona ama más allá del tiempo y del corazón. Este, en particular, conecta con las emociones de un relato de vida que, junto a muchos otros, ha tenido que sobrevivir en los vestigios de la memoria.
Digcenia Mejias, una directora venezolana
La cineasta venezolana Digcenia Mejias, nacida en Caracas, ha reñido su trayectoria desde que estudiaba en su país y realizaba algunos proyectos, los cuales también fueron acreedores de algunos premios y concursos internacionales.
Comienza a acercarse al cine trabajando en la productora dominicana de cine "Duende Films", por lo que viaja a México para especializarse en Dirección de Cine. Luego debuta como directora y guionista con el cortometraje "Y el Cangrejo resultó no ser inmortal", protagonizada por la actriz Patricia Reyes Spíndola y la argentina Agustina Tisler. Luego de esto trabaja en su documental “Llámenme Puta”, los cuales han sido acreedores de numerosos premios internacionales y reconocimientos.
Trabajo sexual, derechos humanos, una historia de amor entre dos mujeres y la reflexión en el contexto venezolano
Según Provea (2021), en Caracas “las trabajadoras sexuales exigen que les sea respetada su vida sexual, sin prejuicios ni estigmas que den pie a la discriminación”. En un contexto venezolano, donde por ejemplo, son rechazadas en los centros de salud por su elección de trabajo sexual, además de convertirse en víctimas de desigualdades socioeconómicas y culturales, con la ausencia de políticas públicas que las protejan; y, a pesar de que no esté penalizado el trabajo sexual, las personas que lo ejercen son con increíble frecuencia estigmatizadas convirtiéndose en un grupo desprotegido, sin tener apoyo legal en casos de discriminación o de violencia por parte de clientes y cuerpos policiales. Es preocupante el desamparo a sus derechos sexuales, reproductivos y en algunos casos a su integridad, donde en numerosas ocasiones se ven en peligro sus vidas. En dicho artículo, Provea rescata que estos escenarios se vuelven aún más violentos contra las mujeres trans que ejercen el trabajo sexual.
Este cineforo, precisamente logró mostrar una mirada reflexiva a estas realidades diversas. Más allá de las disímiles opiniones, es necesario en primera instancia, entender estas historias, ponerlas en contexto y entender el trasfondo histórico, cultural, social y legal. ¡Y qué mejor manera de hacerlo que a través del cine!
La cineasta venezolana, dedicó unas palabras especiales para el final del cine foro. En donde expresa que el cine existe precisamente para contar historias y que hacerlas con protagonistas homosexuales o personas trans, no es “forzar” una ideología de género, sino que, lo que ella quiere es “lograr que sean historias, no solo etiquetas”. Que cualquiera puede ser el protagonista de una historia, y, sobre todo, de su propia historia.
Adentrándose en su vida personal y su inspiración para hacer el documental “Llámenme Puta”, relata que desde pequeña ella escuchaba que a su mamá la llamaban “puta”, y la cineasta, menciona que, en su inocencia de niña, creía que eso era un trabajo común, como decir que su mamá era abogada, o cocinera. Precisamente es una de las intenciones de su documental, “que vean a las trabajadoras sexuales como personas, las cuales tienen su propia vida como cualquier otra”, comparte.
Por supuesto, no todas las chicas trans son prostitutas, aclara la cineasta, pero en su investigación para su documental, encontró por qué muchas toman el camino de ejercer este oficio. Entendió que sus oportunidades no son tan “nobles” como las que pudieran tener otras personas. Muchas de ellas no reciben el apoyo de sus familias, son echadas de sus casas y abandonadas en su proceso. También en sus escuelas o universidades son discriminadas, no lo soportan y el trabajo sexual se presenta como su opción a elegir, dentro de un contexto complejo.
La directora, quien ha ganado numerosos premios, por ejemplo, en Rusia o en Los Ángeles, agradece al final de sus palabras, a la Coordinadora Gladys García y a Amnistía Internacional por darle la oportunidad de llevar su trabajo a Venezuela. Relata, emotiva, que siempre soñó estar allí para presenciar ese momento en el que su trabajo fuese tomado en cuenta de esa manera. “Nadie es profeta en su propia tierra”, añadía la coordinadora Gladys García del proyecto Diversxs Venezuela, al hacer alusión al reconocido trabajo de la cineasta venezolana en el extranjero.
Ese día estuvieron presentes familiares de la directora y conocidos. Desde el inicio se notaba su entusiasmo y apoyo a la cineasta. Fue algo muy emotivo de observar.
Opiniones de invitados especiales
Los invitados especiales para este cineforo, Danny Toro, Coordinador de País Narrado, y Óscar Villanueva, actor, escritor y productor de teatro, también hicieron sus aportes y reflexiones acerca de las obras presentadas, de las cuales destacan las opiniones compartidas con las personas asistentes sobre que no existe tal cosa como la “representación forzada”, pues siempre y cuando sea con una buena intención y sea realmente representativa, es una acción que suma y contribuye. Se rescató también el espacio que merecen las mujeres en las historias contadas en el cine, sobre todo las mujeres lesbianas, complementando sus argumentos con la historia del arte y del cine, así como con los procesos de activismo.
El cine y los derechos humanos
El gesto de unos dedos rozando la piel o cualquier otra superficie como una vieja pared, el sonido de una voz cansada, los rostros de historias que transcurren desapercibidas, y el recuerdo a través de los sentidos, con estos elementos la directora logra que sintamos estas historias como si estuviésemos allí. Las palabras que acompañan el cortometraje sumergen al espectador en los pensamientos, como si estuvieras en la mente de alguien más, y al continuar observando la historia, también puedes sentirte en la mismísima piel de estas personas. ¡Es el arte del cine! En palabras de Sierra (2014) en su artículo Relaciones entre el arte y los derechos humanos, el arte permite “volver a mirar las cosas y la realidad de otra manera, de una manera intervenida por la sensibilidad que activa el arte” (p.92) Además, apela a la empatía, por tanto, “un ser humano puede vivir, a través de la obra de arte, la experiencia de otro sin estar presente, ponerse en el lugar de la víctima, solidarizarse con un desconocido que sufre” (p.93)
En este caso, estas obras cinematográficas de Digcenia Mejias y la realización de este cine foro permitió la conexión entre esas realidades diversas, con las cuales algunas personas pueden identificarse, y otras que quizás no se identifiquen con ellas, al menos pueden empatizar y sentir de manera más cercana sus historias, y dar espacio a un debate más ameno, despojado de juicios fríos y distantes, y en virtud de los derechos humanos.
Cada persona es poseedora del derecho a una vida digna de ser vivida, de sueños y metas a ser cumplidos, en contextos complejos integrados como la cultura, sociedad y economía que los permitan, inherentes al desarrollo humano de las personas. Una de las mujeres trans del documental, comparte uno de sus sueños: el de ver que sus hermanas y hermanos trans puedan superar una expectativa de vida de 35 años, que pudieran tener acceso a la salud, a derechos humanos básicos, que pudiesen ser acompañadxs y apoyadxs en su proceso de transición con sus familias y que puedan vivir de otras formas. Que “no tengan que contar historias solo de dolor, de discriminación, de violencia, sino que también, puedan vivir de otras maneras, que puedan tener otros proyectos de vida, amar y ser amados y amadas”.
Fuentes consultadas:
Provea (2021), "Caracas: Trabajadoras sexuales enfrentan abusos y negación de sus derechos”.
Sierra León, Yolanda (2014), "Relaciones entre el arte y los derechos humanos".
Fotografía: Zeus Hernández (@zeusdreamer)