Miércoles, 18 de marzo, 2020
Marielvis Rincones
Evitar la propagación, depende en gran medida, de la seriedad que le demos al asunto y de las acciones preventivas que tomemos para resguardar nuestra salud, sin olvidarnos de las personas más vulnerables
Hay una insistente necesidad de querer hacer algunas recomendaciones a toda la población desde que se encendieron las alarmas por la llegada del COVID-19 a Venezuela, sobre todo, en la forma —muchas veces errada— de manejar los diferentes tipos de información al momento de difundir las noticias sin extender un mensaje más solidario e instructivo ante lo que enfrentamos. Las tensiones se reflejan en el rostro de las personas, y no falta el exceso de tranquilidad en algunos más despistados. Los contrastes son válidos, sí, pero la irresponsabilidad es injustificable. Un hecho notable es que gran parte de los ciudadanos no le está dando una completa importancia al asunto debido tal vez al desconocimiento de lo que es en sí una pandemia y preocupa que, a causa de esto, terminemos lamentando consecuencias irreparables como ha venido ocurriendo durante años con cada problemática que se presenta en el país.
“Pandemia no es una palabra para usar a la ligera, es una palabra que mal usada puede causar un miedo irracional o la injustificada aceptación de que la lucha ha terminado, llevándonos a un sufrimiento y una muerte innecesaria.” – Tadros Adhanon, Director general de la Organización de Naciones Unidas
Las pandemias mundiales no solo afectan las condiciones de salud nacional, sino también ámbitos como el medio ambiente o la economía global, que incide en las bolsas de las principales ciudades del mundo y que generalmente en estos escenarios de emergencia, se mantienen en baja con respecto a los valores fiduciarios cotizados en ellas. En este sentido, Venezuela, que presenta al menos seis años de declive económico insostenible, es un potencial candidato a librar una crisis mucho peor después de haber superado la pandemia. Esto, por su puesto, representa una amenaza mayor a los derechos humanos de los venezolanos y podría alterar de manera indetenible las complicaciones en los diferentes nichos.
Generalmente en el marco de un acontecimiento como la aparición del Coronavirus, muchos se centran en los acontecimientos presentes, aumenta la desesperación social y las compras nerviosas que dan paso al desabastecimiento, ignorando las diferentes formas en las que esto puede trascender en el futuro y el cómo puede esta pandemia afectar a la población nacional en un rango personal y colectivo. Por una parte, los especialistas en comunicación y medicina se preocupan en asistir e informar sobre los avances diarios del virus utilizando los mecanismos que están a su alcance, pero por otro lado los organismos gubernamentales mantienen al margen a estos profesionales al momento de dar anuncios y una muestra de ello es que no haya presencia de especialistas epidemiólogos y sociólogos al frente para comunicar y explicar a través de los medios la dificultad de la pandemia que enfrentamos, la realidad de nuestros sistemas sanitarios y mejores soluciones que brinden seguridad a la población.
Es necesario que el gobierno aporte información precisa y permita que la prensa tenga acceso con debida protección a sus lugares de trabajo, también que los médicos puedan hablar abiertamente del tema, esto, sin ser amedrentados y por supuesto, tomando en cuenta la responsabilidad social que tienen en el asunto, sin exponer la privacidad de los contagiados para evitar incentivar el racismo y la discriminación. Así como también es indispensable que los medios y periodistas se mantengan comprometidos en investigar, verificar y procesar la información antes de que esta sea publicada para mantener el equilibrio en los mensajes que se emiten a la opinión pública.
Para superar este episodio debemos comprometernos y ser insistentes en la protección de nuestros derechos, evitar la propagación depende, en gran medida, de la seriedad que le demos al asunto y de las acciones preventivas que tomemos para resguardar nuestra salud, sin olvidarnos de las personas más vulnerables. Recordemos que en Venezuela el 80% de los hogares presenta riesgo de inseguridad alimentaria debido a que 90% de la población no tiene ingresos suficientes para comprar alimentos y el 25% de la fuerza de trabajo se ve afectada por el desempleo y los desequilibrios en el mercado laboral. - Fuente ENCOVI, datos 2018.
Respetar el derecho a la vida también es cuidarnos para mantener a otros a salvo. Como sociedad, nuestro deber es actuar con solidaridad, respeto y ética humana entendiendo que la propagación de este virus nos hace estar globalmente conectados y que todos somos igual de vulnerables ante una emergencia sanitaria como la que estamos viviendo.