Viernes, 08 de noviembre, 2019
Gabriela Buada

Muertes prevenibles, niños sin poder ir a la escuela, desplazamientos internos, falta de servicios básicos y acentuación de la migración forzada son tan solo algunos resultados de la crisis de derechos humanos que se vive en Venezuela


El estado Zulia es el más caluroso de toda la región, pero en más de seis años de emergencia eléctrica pasó a ser un infierno que arranca vidas en cada apagón prolongado

El colapso energético en Venezuela ha producido uno de los peores momentos de la crisis de derechos humanos. Muertes prevenibles, niños sin poder ir a la escuela, desplazamientos internos y acentuación de la migración forzada son tan solo algunos de los dramas con los que se tiene que lidiar, desde la primera vez que se apagó la luz al mismo tiempo en todo el país.

En el Estado Zulia, el colapso energético se produjo a raíz de la crisis general que se vive en Venezuela desde 2013, y que también es la mayor en la historia. Sin embargo, la situación se acentuó luego de un presunto robo de cables que dejó sin electricidad a toda Maracaibo (considerada la segunda municipalidad más importante del país) y sus alrededores en 2017; desde entonces, se han reportado apagones de larga y corta duración, que también ocasionan la suspensión del suministro de agua, fallas en la cobertura telefónica y el acceso a internet, entre otros servicios básicos

Enfermedades que se agudizan en la oscuridad

Milagros Urdaneta es la madre de un joven de 20 años con Hemofilia tipo A, enfermedad con la que vive su hijo desde que tiene 6 meses de nacido.

“La falta de servicio eléctrico en el estado solo ha aumentado las probabilidades de que mi hijo forme parte de las cifras de muertes prevenibles en el país en cualquier momento”, dice la madre angustiada mientras explica que el joven no asiste clase y no se puede mover porque no tiene tratamiento”, declaró.

La hemofilia es un trastorno hemorrágico hereditario en el cual la sangre no se coagula de manera adecuada. Esto puede causar hemorragias espontáneas después de una operación o una lesión. El tratamiento es para toda la vida y se suministra mediante la reposición del factor de coagulación que falta, para que así la sangre se pueda coagular adecuadamente. Este tratamiento debe mantenerse totalmente refrigerado ya que si se calienta pierde la efectividad.

No hay tratamiento con luz o sin ella. En los hospitales nos han dicho que no se ha hecho la compra del factor desde 2015. Ahora no solo vivimos con miedo cada vez que mi hijo tiene una hemorragia o cuando sufre fuertes dolores en la cama que lo deja paralizado sin poder caminar, sino que tenemos que ingeniarnos cuando no hay luz, que es la mayoría de las veces. Hay que sortear con las altas temperaturas y las noches oscuras con insectos”.

La señora Urdaneta hace una pausa para comentar que la electricidad es vital e indica que las personas con una enfermedad crónica en el estado Zulia están en constante vulnerabilidad sin este servicio indispensable para una vida digna.

“Todo esto es injusto, nos obligan a vivir esta situación y ya no se ni qué decirle a mi hijo para explicarle el porqué del deterioro apresurado de su calidad de vida. No hay palabras para explicar tanto sufrimiento”.

La vida de Luis García no es distinta, ya que también presenta Hemofilia tipo A grave. El desgaste de sus rodillas le impide movilizarse.

“Todo el tiempo estoy deseando que esto termine y volvamos a gozar de todos los derechos que antes teníamos y que habíamos alcanzado por medio de luchas. Lamento que mucha gente haya muerto por falta de medicamentos y que aún los que estamos vivos tenemos mayor probabilidad de morir con estos cortes de energía eléctrica de manera prolongada”.

Luis también comenta que desea rotulas nuevas para poder caminar y luchar por quienes viven con la condición hemofílica para que no padezcan y sufran lo que él está sufriendo.

Oscuridad y muertes

Según la Organización Mundial de la Salud uno de cada cinco adultos tiene la tensión arterial elevada, un trastorno que causa aproximadamente la mitad de todas las defunciones por accidente cerebrovascular o cardiopatía. Complicaciones derivadas de la hipertensión son la causa de 9,4 millones de defunciones cada año en el mundo. En el estado Zulia, producto de la crisis eléctrica ser parte del número de personas que vive con esta enfermedad es un indicador que las acerca a la muerte con mayor rapidez.

Érika Seiler ha vivido en Maracaibo siempre. Sufre de hipertensión desde hace más de 6 años. Hoy está obligada a sobrevivir a temperaturas de más de 40 grados centígrados.

“Además de qué sufro de tensión alta, soy asmática y si le sumamos el mega problema eléctrico aumenta el miedo a que me pase algo grave. No consigo los medicamentos que necesito. Desde que vivimos la crisis económica se compran en Colombia y sus costos son imposibles de adquirir, ahora con este problema de la luz es imposible tenerlos”.

La ausencia de transporte obliga a los zulianos a caminar kilómetros para comprar comida y medicamentos, muchos no los pueden refrigerar y solo adquieren aquello que pueden consumir en el día.

“El Zulia sufre un racionamiento de 18 horas diarias. Por las noches debemos sacar al porche de la casa los colchones y dormir en la parte de afuera. Mi hija, mi yerno y una bebé de 4 años viven conmigo y esto es una preocupación más para mí, porque mi nieta está pequeña”.

“Vivo en la Parroquia Bolívar, todos los días cuido a mi nieta ya que con este problema eléctrico ni clases tiene, también estoy pendiente si nos envían agua porque ese es otro problema grave. Llevamos más de dos meses sin agua, esperando que la hidrológica envíe cisternas y la respuesta del Consejo Comunal es qué no habrá agua para “opositores” y claro que lo somos, pero porque nos oponemos a vivir en miserias”, indicó para explicar que la vida le cambió drásticamente desde que se profundizaron los apagones.

En el abismo de la oscuridad

Sin duda, la vida para los zulianos no es digna. Los servicios básicos colapsaron rápidamente y las fallas eléctricas hacen que las rutinas normales para el ser humano se transformen en una tragedia silenciada.

Los zulianos ya no pueden comprar comida como carnes, frutas, quesos o verduras porque se les daña. Viven al margen del transcurrir del día. No duermen y cuando medio lo logran, cortan la luz nuevamente.

Es urgente que las autoridades competentes trabajen en función de garantizar los derechos humanos de estas personas. La vida digna solo se puede lograr a través del uso y disfrute de los servicios básicos y las condiciones adecuadas que estos proporcionan para poder satisfacer sus necesidades básicas.