Lunes, 20 de noviembre, 2017
Red de jóvenes, Red de jóvenes

La intolerancia se mudó con nosotros y se convirtió en el pan de cada día. Ya es normal que al hacer actividades cotidianas como usar el metro, ir a un banco o a la panadería se escuche a alguien emitir una opinión y que varias personas refuten hostil y groseramente su pensamiento, creencia, estatus social, etc.


Nuestra sociedad se ha visto fracturada.

Nuestro somos testigos de cómo ha mermado la tolerancia y la intolerancia se convertido en algo común.

La sociedad latinoamericana es una sociedad pluricultural. Por ejemplo, Venezuela, al ser un país caribeño, amazónico y andino, el cual recibió por muchas décadas a millones de inmigrantes, es el resultado de una mezcla de razas única. No existe un rasgo generalizado, al contrario, todos somos distintos. Por consecuencia en nuestra sociedad no son comunes los fenómenos como la xenofobia pero, como en cualquier sociedad, ha existido discriminación en distintos ámbitos, sin representar un grave problema para la conformación de nuestra sociedad. A pesar de esto, los problemas políticos y sociales que hemos vivido (colocar años, ejemplo: desde el año 1600 hasta ahora...)lograron fracturar esa armonía y la emergencia humanitaria  acentuó esta fractura.

La intolerancia se ha introducido en las raíces de nuestra sociedad, ya que es normal ver familias divididas por su posición política. La intolerancia ha llegado se ha profundizado tanto  que muchas personas se hacen las ciegas al justificar violaciones de derechos humanos, solo por no dar su brazo a torcer.

 

¿Hemos perdido la capacidad de ser tolerantes?

 

Los problemas políticos, sociales y económicos que nos envuelven han hecho que poco a poco se pierdan ciertos valores morales y éticos de la sociedad. Pareciera que se ha perdido el humanismo.

Sin embargo, mientras exista gente dispuesta a luchar por los derechos de las minorías, por el acceso igualitario a la justicia, por enseñar a los niños a ser tolerantes con sus compañeros de clases, por la igualdad, entonces no todo está perdido.

Es importante recuperar los espacios y entender que ser tolerantes no significa quedarse callados ante los abusos pero también  entender que una reacción violenta solo traerá más violencia. Necesitamos abrazar al diálogo como respuesta ante las actitudes violentas e intolerantes. El cambio debe empezar por nosotros, intentando cambiar nuestra actitud en la calle mientras realizamos labores cotidianas. Debemos ser amables, dando un buen ejemplo y  entendiendo de que como dicen “cada cabeza es un mundo” y que cada persona tiene su forma de pensar y eso se debe respetar.

 

 La tolerancia es un valor que debe volver a enseñarse en las escuelas, en los hogares y es necesaria para reconstruir nuestra sociedad.