Lunes, 21 de agosto, 2017
Buada Blondell , Gabriela

La experta de Cofavic asevera que este uniforme aún no cumple con los estándares, no da una imagen de un cuerpo de policía independiente, separado de toda ideología política, profesionalizado. “No le da un mensaje a las personas que tendrán una policía para todos los ciudadanos por igual y cercana a la comunidad”.


Es conocido el concepto de camuflaje como lo referido al acto y al resultado de camuflar: ocultar o encubrir algo a través de una apariencia que genera confusión. En el mundo militar esta vestimenta es usada con la misma finalidad. Ahora bien, desde el 15 de julio de este año la Policía Nacional Bolivariana es ataviada por un particular uniforme que, aunque este cambio fue anunciado con una gran inversión para realizar la compra en el mes de septiembre de 2016, es  justo en medio de las protestas, innumerables denuncias de abuso policial y militar, y la tan evidente crisis económica, cuando se aprecia el resguardo de la seguridad ciudadana con nueva apariencia. La tela de los nuevos uniformes de la policía en Venezuela ahora son de camuflaje.

Se trata de un color azul intenso, beige y gris. Además, entre sus otras características, en el brazo derecho tienen la insignia de Simón Bolívar y en el izquierdo la bandera con el tricolor nacional. En la espalda se leen las palabras Policía Nacional Bolivariana, al igual que en lado izquierdo del pecho, acompañado del Escudo Nacional y confeccionados con una especie de tela contra incendios (evitando que el fuego rápidamente llegue al cuerpo de quien lo usa) y finalmente, todo es llevado junto a una boina de color negro o incluso de color rojo que recuerda a la misma que fue usada por muchos paracaidistas en 1992, también. Todo ello en su conjunto hace que las funcionarias y los funcionarios parezcan más militares que policías.

La lógica del enemigo: La ciudadanía ve en sus policías a militares y policías que se perciben de esa manera

Yamilet, es funcionaria de la Policía Nacional Bolivariana desde hace 8 años, está adscrita a la región capital y comentó que cuando comenzó a usar la nueva vestimenta se le hizo muy incómodo ya que sentía que se veía “ridícula” y además no tenía certeza si debía utilizar la camisa por fuera o por dentro, el calor de la tela era otra incomodidad. “Era como estar vestida con un pedazo de fieltro”. Pero más allá de la incomodidad que pueda hacer sentir unas prendas que parecen no estar adaptadas a la realidad del trópico, la licenciada Claudia Carrillo, Coordinadora del Área de Atención Psicosocial a Víctimas de COFAVIC y psicóloga Clínica, considera que el impacto psicológico de las personas comunes frente al cambio de uniformes es a dos niveles: el primero, en la ciudadanía que no logra aun con todas las reformas policiales impulsadas por el Estado confiar y percibir a quienes forman partes de la Policía Nacional Bolivariana como garantes de seguridad y el segundo, a lo interno, del cuerpo de policía que es sometido a este cambio de uniforme, lo cual lo acerca más a la imagen de un brazo militar, perteneciente a un cuerpo castrense, que a la imagen de una policía moderna, con uniformes dignos, con materiales de calidad y confort que les permita realizar sus labores sin que su salud física se vea comprometida.

“Definitivamente el cambio tiene un impacto en el propio funcionario, porque tiene que ver con su identidad, con cómo se reconocen y sobre la expectativa que tienen sus superiores sobre su actuación y sobre cómo la ciudadanía o las personas que cometen delito van a recibir o actuar frente a esta nueva imagen. Esta imagen, sin duda va influir en el conjunto de representaciones que tienen los individuos y los mismos funcionarios policiales sobre su labor, por tanto, se inicia otra dinámica de relaciones entre los cuerpos policiales, el Estado y la sociedad”.

La experta de Cofavic asevera que este uniforme aún no cumple con los estándares, no da una imagen de un cuerpo de policía independiente, separado de toda ideología política, profesionalizado. “No le da un mensaje a las personas que tendrán una policía para todos los ciudadanos por igual y cercana a la comunidad”.

Carrillo explica además que la dinámica de símbolos es muy importante, porque con ella se determina cómo la labor policial puede ser percibida, ejercida y cómo la ciudadanía se aproxima, colabora e inhibe sus comportamientos frente a una norma establecida. “Si no existe un conjunto de símbolos y una fuerza moral coherente, es imposible que la institucionalidad formal pueda darse y esta es la que permite reducir la motivación a delinquir, la que ofrece controles efectivos a la conducta criminal y a su vez proporciona protección a las personas”.

El poder amenaza la realidad

COFAVIC en el año 2013 realizó una investigación conjuntamente con el Laboratorio de Ciencias Sociales LACSO donde llevaron a cabo entrevistas a funcionarios policiales sobre la función policial y la institucionalidad en Venezuela, en este trabajo la muestra consultada claramente se identificaba con su labor y presentaron sus observaciones y propuestas para mejorar su desempeño frente a la ciudadanía. En dichas entrevistas, estas personas compartieron sus impresiones sobre los actuales procesos de selección, el programa de formación, las debilidades en los mecanismos de supervisión y asignación de funciones o servicios, así como las precarias condiciones salariales y de beneficios laborales con los que cuentan los funcionarios policiales en Venezuela. También describieron su preocupación por el creciente aumento de funcionarios policiales asesinados, lo que los ha convertido en un grupo vulnerable frente a la violencia.

Otro resultado importante fue que la situación los ha llevado a establecer sus propias estrategias frente al delito: no se identifican como funcionarios policiales una vez fuera de sus horarios de trabajo, no portan sus uniformes dentro de las comunidades donde residen. Temen por su integridad mientras se desplazan por la ciudad en sus labores de patrullaje. Sienten que las personas no respetan sus uniformes. En este sentido, queda claro que no es el cambio de un color a un uniforme o la incorporación de un camuflaje o una boina roja lo que puede fortalecer la labor policial, sino que tiene que ver con su actuación, la cual ha sido muy negativa y poco efectiva para la ciudadanía.

Sin duda la imagen de la PNB está muy debilitada, debido a los múltiples hechos, donde su actuación como fuerza de control de orden público ha quedado plasmada en el imaginario social, como represiva y violenta. Una policía de carácter civil es una cualidad propia del funcionamiento de un sistema apegado a los derechos humanos, pues es fundamental la separación clara y precisa entre la seguridad interior como función de la policía y la defensa nacional como función de las fuerzas armadas. La policía en Venezuela es –o debería ser, es decir, al menos sobre el papel “es”– de carácter ciudadana, cercana a la comunidad y forzar sus acciones hacia las militares es separarlas de su esencia y olvidar que las experiencias de otros países que han querido implementar la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad ciudadana ha dejado como saldo numerosos actos de violaciones a los derechos humanos.