Domingo, 11 de junio, 2017
D'Amato, Daniel

Muchas personas ven el trabajo como algo positivo, ya que este nos provee de dinero con el que compramos los insumos que necesitamos para poder tener una buena calidad de vida. Este desarrolla nuestras habilidades, nos hace conocer nuevas personas, nos da experiencia y contribuye con el desarrollo económico de la sociedad. Todo es hermoso, pero… ¿Qué ocurre cuando la persona que trabaja es un niño o una niña? Se ha comprobado que el trabajo infantil entorpece el desarrollo de los más jóvenes, lo que podría producir daños físicos y psicológicos permanentes e irreparables.

 


El trabajo infantil tiene múltiples causas y se origina en distintas situaciones, pero todas las situaciones son distintas y siempre que ocurre suele haber más de un problema. Sin embargo, las principales razón que les conduce al trabajo peligroso es la necesidad de salir de la pobreza y la desigualdad, lo cual también suele ser expuesto desde otros puntos de vista, como colaborar con la comida, ayudar con los gastos, el dinero no alcanza para nada, entre otros; y la tradición, ya que las tradiciones suelen considerar el trabajo más duro y peligroso como el perteneciente a los pobres, a los desfavorecidos, a las clases más bajas o como se le prefiera llamar.

En este sentido, los niños y las niñas suelen tener problemas para que puedan disfrutar de su derecho a la educación, ya que el trabajo absorbe una gran cantidad de tiempo, lo que no les da tiempo de asistir a la escuela; y esfuerzo, lo que muchas veces deja a los niños tan exhaustos que no tienen suficiente energía para poder asistir o rendir como deberían. También, dependiendo del trabajo pueden tener otras afecciones, por ejemplo, los que trabajan en labores agrícolas estacionales, suelen perder muchos días de clase y aquellos que trabajan y son maltratados pueden quedar tan traumatizados que les dificulta concentrarse en sus tareas o son rechazados por los maestros, al ser considerados elementos perturbadores de su clase.

Además, al no poder contar con el derecho a la educación, el trabajo infantil suele perpetuar la pobreza durante generaciones. Esto se debe a que usualmente los niños y las niñas que tienen poco o ningún acceso a la educación no desarrollan las competencias que necesitan para conseguir un trabajo digno, generando un ciclo que les hace dependiente de empleos inestables por el resto de su vida laboral. Una vez que son adultos, es muy probable que su descendencia trabaje, creando un ciclo del que es difícil salir.

¿Cómo podemos erradicar el trabajo infantil? El arma más efectiva para contrarrestar el trabajo infantil es la educación, y específicamente enseñarse en las zonas en las que la infancia tiene más posibilidades de verse afectada, enseñando contenidos que sean útiles para su realidad, que sean flexibles, que incluyan a la niñas, que eleven a los educadores y que reduzcan los gastos y generen incentivos. Sin embargo, el aumento del número de plazas no debe ser una excusa para disminuir la calidad educativa, ya que este es el problema más frecuente. También es importante que todas y todos estemos informados sobre esto, ya que de ese modo podemos evitar caer nuevamente en este ciclo.