Lunes, 18 de junio, 2018
“Estos horribles delitos se han cometido en un lapso de sólo 14 días, lo que indica que, aunque existe legislación para poner fin a esta espantosa práctica, no se aplica en absoluto. Las autoridades de Kirguistán deben intensificar sus esfuerzos por proteger a las mujeres y las niñas”, ha señalado Denis Krivosheev, director adjunto de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central
Las autoridades de Kirguistán deben intensificar los esfuerzos por poner fin de inmediato a la terrible práctica del “rapto de la novia”, ha manifestado Amnistía Internacional hoy, al saberse que una mujer de 18 años ha sido secuestrada y violada para obligarla a casarse con su agresor.
Este último caso, ocurrido el 10 de junio, según una organización local de derechos humanos, es continuación de otro se produjo a finales de mayo y que suscitó gran indignación pública, el del secuestro y asesinato de la estudiante de medicina de 20 años Burulay Turdaliyeva.
“Estos horribles delitos se han cometido en un lapso de sólo 14 días, lo que indica que, aunque existe legislación para poner fin a esta espantosa práctica, no se aplica en absoluto. Las autoridades de Kirguistán deben intensificar sus esfuerzos por proteger a las mujeres y las niñas”, ha señalado Denis Krivosheev, director adjunto de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.
“El secuestro, la violencia sexual y el matrimonio forzado no tienen cabida en ninguna sociedad, ni en nombre de la tradición ni de nada más.”
Según el grupo kirguís de derechos humanos Kylym Shamy, la víctima de este último caso del 10 de junio es una joven de 18 años, cuya familia se ha mudado recientemente a la capital, Bishkek desde una ciudad de provincias. El hijo del casero y sus amigos las convencieron de que saliera de casa, y entonces la obligaron a subir a un automóvil y la llevaron al distrito de Zhumgal, que está unos 100 kilómetros al sur de Bishkek. Allí, el hombre la violó. La mujer ha explicado que le dijo que quería casarse con ella.
La llevaron al hospital, pero aún no le han dado el alta, y todavía sufre los efectos del trauma. La policía ha detenido al secuestrador.
“Las autoridades kirguises deben tomar medidas para poner con prontitud a disposición judicial a los presuntos autores de estos atroces delitos a fin de comunicar con rotundidad el mensaje de que no se va a tolerar la violencia de género”, ha afirmado Denis Krivosheev.
“Todas las mujeres que han sufrido esta horrible práctica deben recibir reparación plena, incluidos toda la atención médica y el apoyo psicosocial necesarios.”
El 27 de mayo, el secuestro y asesinato de la estudiante de medicina de 20 años Burulay Turdaliyeva suscitó gran indignación pública en Kirguistán. Tras su secuestro, la policía detuvo el automóvil donde la llevaban y condujo al secuestrador y a ella a una comisaría local. Por negligencia policial, no quitaron al hombre el puñal que llevaba, así que pudo asestar a su víctima varias puñaladas e intentar luego matarse. Burulay murió, y él fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital.
En 2012, los legisladores kirguises aumentaron de tres a siete años la pena máxima de prisión prevista por ala kachuu, o “tradición del rapto de la novia”. No obstante, se considera en gran medida que la práctica está tolerada por los funcionarios públicos y los agentes encargados de hacer cumplir la ley, que suelen hacer caso omiso de las denuncias y animan, cuando no obligan abiertamente, a las familias del secuestrador y la víctima a “resolver” el asunto amigablemente.
Información complementaria
El “rapto de la novia” es una práctica tradicional ilegal de Kirguistán, punible con hasta siete años de prisión. No obstante, siguen cometiéndose secuestros, debido a la falta de denuncias y a la equiparación social de esta práctica nociva con una “tradición”. En muchos casos, el secuestro va seguido de violación, pues tiene su origen en estereotipos de género sobre la sexualidad de las niñas y las mujeres, en virtud de los cuales la mujer o la niña que no es virgen no es “casadera”. Estas dañinas creencias dan lugar a casos de mujeres y niñas que, tras haber sido secuestradas y violadas, con vistas por la sociedad como “impuras” y reciben presión para que se casen con el hombre que las violó.
Según el Ministerio del Interior de Kirguistán, el 64% de los agentes de policía de la ciudad meridional de Osh consideran “normal” la práctica del “rapto de la novia”, y el 82% de ellos creen que el secuestro está “provocado” por la propia mujer.
Datos del UNFPA correspondientes a 2016 muestran que el 6% de las mujeres casadas de más 15 años de Kirguistán han sido víctimas involuntarias de “rapto de la novia”