Martes, 22 de mayo, 2018
“La sentencia dictada hoy contra Tashi Wangchuk es una injusticia flagrante. Está recibiendo un cruel castigo por llamar la atención pacíficamente sobre la erosión sistemática de la cultura tibetana. Calificar el activismo pacífico en favor de la lengua tibetana como ‘incitación al separatismo’ va más allá de lo absurdo”, ha afirmado Joshua Rosenzweig, director de Investigación de Amnistía Internacional sobre Asia Oriental
Los cinco años de cárcel impuestos a Tashi Wangchuk, activista de la educación en lengua tibetana, por “incitar al separatismo” ponen de relieve el persistente asalto de las autoridades chinas contra tibetanos que defienden pacíficamente sus derechos culturales; así lo ha manifestado Amnistía Internacional.
Tashi fue condenado la mañana del martes en la Prefectura Autónoma Tibetana de Yushu, en la provincia de Qinghai, noroeste de China Según su abogado, la prueba principal presentada contra Tashi en su juicio, en enero de 2018, fue un cortometraje documental realizado por The New York Times en 2015, que ponía de relieve la campaña de este activista en favor de la enseñanza en lengua tibetana en las escuelas.
“La sentencia dictada hoy contra Tashi Wangchuk es una injusticia flagrante. Está recibiendo un cruel castigo por llamar la atención pacíficamente sobre la erosión sistemática de la cultura tibetana. Calificar el activismo pacífico en favor de la lengua tibetana como ‘incitación al separatismo’ va más allá de lo absurdo”, ha afirmado Joshua Rosenzweig, director de Investigación de Amnistía Internacional sobre Asia Oriental.
“El trato recibido por Tashi pone en evidencia el grado de crueldad al que son capaces de llegar las autoridades chinas para silenciar a quienes piden al gobierno que ponga fin a la asimilación cultural. Tashi debe quedar en libertad de forma inmediata e incondicional.”
Tashi Wangchuk ya lleva más de dos años en detención, sin acceso a su familia. Antes de ser detenido expresó su preocupación por el hecho de que muchos niños y niñas tibetanos no sabían hablar su lengua materna con fluidez y eso estaba contribuyendo a la extinción gradual de la cultura tibetana.
El cortometraje A Tibetan’s Journey for Justice (El viaje de un tibetano en busca de justicia), realizado por The New York Times, narra el viaje de Tashi Wangchuk a Pekín en busca de asistencia jurídica para presentar una demanda contra las autoridades locales por la ausencia de enseñanza en tibetano en las escuelas. La policía utilizó las imágenes filmadas para demostrar que Tashi Wangchuk había incitado deliberadamente al “separatismo”, intentando desacreditar la imagen internacional del gobierno chino y sus políticas respecto a las minorías étnicas.
“El documental refleja que Tashi Wangchuk sólo pretendía expresar sus opiniones sobre la política educativa por unos medios totalmente legítimos. La manera de volverlas en su contra demuestra el carácter extremo de la discriminación y las restricciones de la libertad de expresión que sufren actualmente las personas tibetanas en China”, ha afirmado Joshua Rosenzweig.
“Tashi Wangchuk es un defensor de los derechos humanos y preso de conciencia que ha usado los medios de comunicación y el propio sistema de justicia de China en su lucha para preservar la lengua, la cultura y la identidad tibetanas.”
En agosto, un grupo de expertos independientes de la ONU examinará el historial de China en materia de discriminación racial.