Lunes, 23 de mayo, 2016
- Documentadas 16 nuevas víctimas civiles de las secuelas del uso de bombas de racimo por la coalición dirigida por Arabia Saudí, entre ellas 9 víctimas infantiles
- Personas desplazadas internamente que regresan a sus hogares los encuentran convertidos prácticamente en “campos de minas”
- Documentado el uso de municiones en racimo de fabricación estadounidense, británica y brasileña
- Necesidad urgente de asistencia internacional para el desminado
Cuando regresan a sus hogares, en el norte de Yemen, tras un año de conflicto, los menores y sus familias corren un gran peligro, porque pueden resultar heridos de gravedad o morir como consecuencia de miles de submuniciones de bombas de racimo que han quedado sin estallar. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional tras un viaje de investigación de 10 días a las gobernaciones de Sada, Hajjah y Saná.
Se necesita con urgencia asistencia internacional para limpiar las zonas contaminadas, y los países con influencia deben instar a las fuerzas de la coalición dirigida por Arabia Saudí a que dejen de utilizar municiones en racimo, que están prohibidas internacionalmente y son por naturaleza de efecto indiscriminado.
“Incluso habiendo remitido las hostilidades, la vida y los medios de sustento de los civiles, en especial los niños, continúan en la línea de fuego en Yemen, pues los lugares a los que regresan son prácticamente campos de minas. No pueden vivir en condiciones de seguridad mientras no se identifiquen y limpien de mortíferas submuniciones de bombas de racimo y otros artefactos explosivos sin estallar las partes contaminadas de sus hogares y sus campos y las zonas circundantes”, ha señalado Lama Fakih, asesora general de Amnistía Internacional sobre situaciones de crisis.
En su última visita al norte de Yemen, Amnistía Internacional ha encontrado indicios de uso de municiones en racimo estadounidenses, británicas y brasileñas por las fuerzas de la coalición dirigida por Arabia Saudí. El uso de bombas de racimo está prohibido por la Convención sobre Municiones en Racimo, en la que Reino Unido es Estado Parte.
La organización ha entrevistado a 30 personas, entre ellas supervivientes de submuniciones de bombas de racimo y otros artefactos explosivos sin estallar, familiares suyos, testigos presenciales, expertos en desminado, activistas y personal de servicios de intervención inmediata.
Ha documentado10 nuevos casos, en los que murieron o resultaron heridos 16 civiles como consecuencia de municiones en racimo entre julio de 2015 y abril de 2016. Entre ellos hay nueve menores, dos de los cuales murieron. Estas personas fueron víctimas de las bombas días, semanas o, veces, meses después de que que las fuerzas de la coalición las arrojaran en Yemen.
Con la cesación de los combates a lo largo de la frontera con Arabia Saudí desde que se acordó un alto fuego local en marzo de 2016, los civiles comenzaron a regresar a sus hogares, porque les parecía más segura la circulación por las gobernaciones de Hajjah y Sada. Pero miembros de equipos de desminado, habitantes de la zona y personal de servicios de intervención inmediata dijeron a Amnistía Internacional que continuaban viendo civiles heridos por explosiones, y ha aumentado el número de víctimas de artefactos explosivos sin estallar, particularmente en zonas situadas a lo largo de la frontera de Yemen con Arabia Saudí, como Midi, Haradh, Hayran, Bakil al Mir y Mustabah, en la gobernación de Hajjah, y Al Safra, Razih, Shada y Baqim, en la de Sada.
Muchos civiles, entre ellos menores, están ahora expuestos a las explosiones de las submuniciones y otros restos bélicos explosivos potencialmente mortales sin tener ningún conocimiento de su presencia ni del peligro que suponen. Mientras tanto,recientes inundaciones han llevado submuniciones y otros artefactos explosivos sin estallar a zonas donde los civiles no esperan que haya.
Hasta ahora, la coalición dirigida por Arabia Saudí no ha confirmado formalmente el uso de municiones en racimo. Sin embargo, en una entrevista con la CNN del 11 de enero de 2016, el portavoz de las fuerzas militares de la coalición, general Ahmed al Asiri, negó rotundamente que ésta hubiera utilizado municiones en racimo en sus ataques en ninguna parte de Yemen, salvo en un caso, en el que se refirió al uso de bombas CBU-105 activadas por sensores y lanzadas desde el aire contra un objetivo militar en Hajjah en abril de 2015.
Civiles describen la necesidad urgente de asistencia para limpiar las zonas contaminadas
Reconociendo el grave peligro que suponen los artefactos explosivos sin estallar para la población civil, el único organismo de desminado de Yemen, el Centro Ejecutivo de Lucha contra las Minas en el Yemen, comenzó retirar y detonar armas en Sada y Hajjah a principios de abril de 2016, pese a estar su personal mal equipado y mal formado.
Aunque no se conoce aún en toda su extensión la contaminación por municiones en racimo, los registros del Centro muestran que, en las tres primeras semanas de trabajo, sus equipos de las gobernaciones de Sada y Hajjah retiraron al menos 418 submuniciones de bombas de racimo, 810 espoletas y restos de artillería, 51 proyectiles de mortero y más de 70 misiles.
Desgraciadamente, el Centro tuvo que suspender repentinamente sus operaciones de limpieza el 26 de abril, al morir tres miembros de su personal –Mohammed Ahmed Ali Al Sharafi, Mustafa Abdullah Saleh Al Harazi y Hussein Abdo Mohssien Al Salami– en un suceso ocurrido con municiones en racimo cuando realizaban su trabajo en Hayran, gobernación de Hajjah.
El director del Centro, Ahmed Yahya Alawi, dijo a Amnistía Internacional que se había suspendido el trabajo de limpieza a fin de llevar a cabo una investigación sobre las muertes, pero que, a su juicio, éstas se habían producido porque uno de los hombres no había tomado las debidas precauciones al mover las submuniciones y sus compañeros se encontraban muy cerca de él en ese momento. Atribuyó el suceso a la falta de formación adecuada de los hombres y al equipo ineficaz y antiguo que utilizaban.
“[La coalición] ha utilizado [distintos] tipos de munición de racimo, pero nosotros sólo habíamos trabajado con cuatro. La nueva clase [de municiones] ha sido una sorpresa para nosotros. Son más sensibles [...] cuesta conseguir explosivos para detonar las bombas, pero almacenarlas es peligroso”, dijo. “Tenemos que traer a expertos de los países que han hecho las armas para que formen a los empleados [y] estamos buscando una tecnología mejor para destruir estas bombas.
“Los países donantes tienen que tomar rápidamente medidas para apoyar las iniciativas locales emprendidas para localizar, señalizar y limpiar con seguridad y con urgencia las zonas contaminadas por artefactos explosivos sin estallar y enseñar a las comunidades afectadas a evitar el peligro mientras tanto”, ha añadido Lama Fakih.
“No hacerlo supondrá poner una bomba de relojería a los civiles que viven en las zonas afectadas, en especial a los niños.”
Los menores en particular corren el riesgo de encontrar submuniciones y utilizarlas para jugar con ellas, dado su pequeño tamaño y su forma, Algunas parecen botes de refrescos y otras son como balones.
Amnistía Internacional entrevistó a un niño de 13 años que había resultado herido una tarde de enero de 2016 al encontrar, al parecer, una submunición cerca de una fuente de la que dependen para tener agua los habitantes de Nouga, pueblecito rodeado de tierras de cultivo que se encuentra en Al Safra, gobernación de Sada, a entre 20 y 25 kilómetros de la frontera con Arabia Saudí. Según los habitantes de la zona entrevistados por Amnistía Internacional, es un lugar situado a varios kilómetros del frente, y, cuando se intensifican los combates, oyen el sonido de los proyectiles que van y vienen en los ataques terrestres.
El niño dijo que las submuniciones eran verdes y con forma de “balón pequeño para jugar”. Esta descripción coincide con el aspecto de las submuniciones de bomba de racimo de tipo BLU-63 de fabricación estadounidense.
“Vi la [submunición de una] bomba cerca de donde estábamos sacando el agua y al pasar la vi [en el suelo]. La levanté y la tiré [a un lado], y explotó. Caí herido, y mi madre fue a buscar ayuda”. Estuvo dos meses hospitalizado y tuvieron que operarlo del abdomen. Dijo a Amnistía Internacional que todavía hay submuniciones cerca de la fuente.
El 1 de marzo, otro niño de una zona próxima, “Walid” (se han modificado los nombres de los niños por su seguridad), de 11 años, resultó también herido por una submunición: perdió tres dedos y se fracturó la mandíbula. Su hermano “Samih,” de ocho años, murió.
Walid contó a Amnistía Internacional que, el 1 de marzo, estaba con Samih cuidando de las cabras en un valle próximo a Fard, pueblo del distrito de Al Safra, Sada, cuando encontraron gran número de submuniciones. Explicó que las llevaron de un lado a otro y estuvieron jugando con ellas durante varias horas, hasta que al final, alrededor de la una de la tarde, explotó una, que mató en el acto a Samih y le hirió a él. Amnistía Internacional observó que Walid había perdido tres dedos de la mano derecha y supo que le habían operado para insertarle placas de acero en la mandíbula, que la explosión le había fracturado. También había sufrido heridas de metralla en el pecho y las piernas.
“Bajamos todos los días al valle con las cabras, donde hay muchas bombas pequeñas. Por la mañana encontramos cuatro [...] Eran cilíndricas y con una cinta roja. Nos las llevamos para tenerlas mientras cuidábamos las cabras. Alrededor de la una de la tarde, me puse a agarrar la cuerda roja con la mano derecha y a tirar y [Samih] tiró de la otra punta, y entonces explotó y caí para atrás. [Samih] estaba herido en el estómago y también se había caído. No sabíamos que nos haría daño.”
A juzgar por la descripción de Walid, parece que eran submuniciones DPICM “ZP 39” lanzadas desde tierra, cuyo uso Human Rights Watch ha documentado en el norte de Yemen en mayo de 2015.
El 16 de abril, en un pueblo de la gobernación de Hajjah situado a unos 10 kilómetros de la frontera saudí, murió también un niño de 12 años cuando jugaba junto con su hermano de 9, que resultó herido, con submuniciones de bombas de racimo mientras cuidaban la cabras en el valle próximo. Según miembros de su familia, los frentes de combate están a unos kilómetros de la frontera, y los habitantes de la zona dijeron a Amnistía Internacional que los combatientes tenían a veces que retirarse hasta los pueblos próximos para resguardarse del fuego saudí.
El niño de nueve años que sobrevivió a la explosión contó a Amnistía Internacional:
“Encontré la bomba y fui y se la di a mi hermano, para que él tuviera una y yo otra. Las chocó una contra otra y explotaron. Me encontré tirado en el suelo. La explosión me lanzó para atrás [varios metros]. Dos o tres días antes del accidente, mi amigo y yo solíamos ir a buscar bombas para meterlas en una bolsa y esconderlas entre los árboles o debajo. Tienen una cinta blanca.”
Su hermano de 12 años murió en el acto, con el abdomen abierto y un brazo cortado.
El padre de los niños, que tiene otros 13 hijos, dijo a Amnistía Internacional que la familia había regresado hacia poco a la zona tras haberse visto desplazada por los ataques aéreos. Explicó que, tras lo ocurrido, no vuelven ya al valle, pero que no hay ningún lugar seguro donde llevar a pacer a las cabras: “En la zona de al lado de nosotros hay bombas colgadas de los árboles”, añadió.
Otros pastores de cabras dijeron a Amnistía Internacional que la presencia de submuniciones de bombas de racimo en las zonas de pasto los ha obligado a tener las cabras encerradas y alimentarlas con pienso, que es caro y no sostenible. La mayoría de los agricultores y pastores entrevistados dijeron a Amnistía Internacional que no tenían más remedio que desarrollar sus actividades en zonas contaminadas a pesar del peligro.
“El considerable número de submuniciones utilizadas por las fuerzas de la coalición dirigida por Arabia Saudí y la elevada tasa de artefactos fallidos no sólo han matado y mutilado a muchas personas, sino que también han causado graves daños en los medios de vida, al matar ganado y dejar las tierras de cultivo convertidas prácticamente en campos de minas, con los consiguientes efectos para el pastoreo y el cultivo de plátanos, mangos y tomates”, ha explicado Lama Fakih.
En muchos casos, los civiles que han regresado a sus hogares dijeron a Amnistía Internacional que no han tenido más remedio que retirar las submuniciones ellos mismos, por miedo a que sus hijos las encuentren o que su ganado resulte herido.
Hindi Ibrahim, vecino de Dugheij, pueblo de Hayran, gobernación de Hajjah, de 25 años y padre de dos hijos, contó a Amnistía Internacional cómo había resultado herido en el brazo por una explosión cuando intentaba con otros habitantes del pueblo retirar de allí centenares de submuniciones de bombas de racimo:
“El ataque original ocurrió a finales de julio o agosto del año pasado, durante el día, y [algunas de las] bombetas estallaron. Había también helicópteros Apache que disparaban contra la gente que huía. Había 500 piezas en el pueblo, por todas partes [...] queríamos retirarlas. Algunas estaban en la casa, en el patio y en la cocina [...]. [El Centro Ejecutivo de Lucha contra las Minas en el Yemen] no hacía más que prometer que vendría, pero nunca venía. Nos decía que estaba ocupado en otras zonas. En febrero nos vimos obligados a retirarlas nosotros mismos por [el peligro para] los niños. Cuando llegó el momento entré en la casa, puse 10 [submuniciones] en una bandeja y las saqué fuera. Las bombas comenzaron a chocar unas contras y explotó una. Solté la bandeja, y explotó el resto.”
Hindi Ibrahim sufrió heridas de metralla en el hombro derecho, el lado derecho del abdomen y la cadera derecha.
Amnistía Internacional entrevistó también a su hermano, Weedi Ibrahim, de 30 años, y a su sobrino Yahya Shawqi, de 15, que también resultaron heridos cuando retiraban las submuniciones del pueblo. Según Hindi Ibrahim, otros dos vecinos han muerto en los últimos meses al explotar submuniciones que habían encontrado.
Primer uso confirmado de municiones en racimo de fabricación británica en Yemen
Desde el comienzo de la campaña aérea dirigida por Arabia Saudí el 25 de marzo de 2015, Amnistía Internacional ha documentado el uso de seis tipos de municiones en racimo por las fuerzas de la coalición en Yemen (véase la lista completa infra). Otras fuentes fidedignas, entre ellas Human Rights Watch, también han documentado su uso.
En su última visita, Amnistía Internacional ha confirmado por primera vez que las fuerzas de la coalición ha utilizado municiones en racimo BL-755 de fabricación británica en Yemen. La BL-755, la fabricaba Hunting Engineering Ltd en la década de 1970. Esta variante, concebida para su lanzamiento desde el avión de combate británico Tornado, contiene 147 submuniciones que tienen por objeto perforar 250 mm de blindaje a la vez que se descomponen en más de 2.000 fragmentos con los efectos de un arma antipersonal. Se sabe que el arma está en los arsenales de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
El equipo de investigación de Amnistía Internacional localizó la bomba BL-755 en Hayran, en los locales que el Centro Ejecutivo de Lucha contra las Minas en el Yemen estaba utilizando para almacenar artefactos explosivos sin estallar que había retirado. La bomba había funcionado mal, y las bombetas, como se llaman también las submuniciones, de cinco de las siete secciones originales no se habían esparcido ni estallado según lo previsto. Los restos aplastados del casco de la bomba contenían aún alrededor de una decena de bombetas, y el Centro tenía almacenadas en los mismos locales alrededor de 70 bombetas más, lo que indicaba que unas 80 bombetas, más de la mitad, no habían estallado.
Este es el primer uso confirmado de municiones en racimo de fabricación británica desde la adopción en 2008 de laConvención sobre Municiones en Racimo, en cuya redacción y negociación participó Reino Unido.
Otros tipos de munición identificados recientemente por Amnistía Internacional son un cohete de municiones en racimo ASTROS fabricado por la empresa brasileña Avibrás y bombas CBU-105 activadas por sensores y con botes BLU-108/B de fabricación estadounidense. En agosto de 2013 se acordó un contrato del Departamento de Defensa de Estados Unidos por valor 641 millones de dólares para la fabricación de 1.300 bombas CBU-105 activadas por sensores para Arabia Saudí. Se sabe que el arma está también en los arsenales de Emiratos Árabes Unidos.
La BLU-108, fabricada por Textron Defense Systems, es una submunición aerotransportada, a su vez con cuatro submuniciones inteligentes de tipo “Skeet”. Al desprenderse la BLU-108 de la bomba que la lleva, se despliega un paracaídas para aminorar la velocidad de caída. Entonces dispara cuatro platillos de rotación muy rápida que, por medio de sensores ópticos multimodo, pueden identificar diversos objetivos. Cuando el platillo identifica la característica distintiva de un objetivo, explota, propulsando un perforante explosivo para penetrar en el blindaje y producir efectos incendiarios, así como un anillo de fragmentación para causar daños en caso de objetivos sin blindar y de personal.
La presencia en Yemen de submuniciones con platillos fallidas, que no se han esparcido, estallado o autodestruido, contradice la afirmación de la Agencia de Cooperación en Defensa y Seguridad del Departamento de Defensa de Estados Unidos de que estas municiones no son más del 1% de los artefactos explosivos sin estallar “en los diversos entornos operativos previstos”. El gobierno estadounidense prohíbe la venta o transferencia de municiones en racimo con una tasa de fallo mayor del 1%. Estados Unidos parece estar incumpliendo incluso este criterio, que no se atiene a la prohibición absoluta del uso, producción, transferencia y almacenamiento de municiones en racimo, que los 100 Estados Partes en la Convención sobre Municiones en Racimo se han comprometido a respetar.
Recomendaciones
“Sin un esfuerzo concertado por impedir a la coalición dirigida por Arabia Saudí utilizar municiones en racimo ni apoyo internacional urgente a las tareas de limpieza, estas bombas de racimo y otros restos bélicos explosivos dejaran un mortal legado en Yemen para los años futuros, que supondrá un peligro para la vida de los civiles y causará estragos en la economía local”, ha afirmado Lama Fakih.
Arabia Saudí y los demás miembros de la coalición deben facilitar la limpieza de las zonas contaminadas por artefactos explosivos sin estallar. Los Estados en condiciones de hacerlo deben prestar tanta asistencia técnica, económica, material y de otros tipos como sea posible para facilitar la señalización y limpieza, retirada o destrucción de las submuniciones de bombas de racimo, artefactos fallidos y demás restos explosivos de la guerra. Deben también prestar asistencia a las víctimas, que incluya atención médica y psicológica y rehabilitación para ellas y sus familias, así como información sobre los peligros.
Los miembros de la coalición dirigida por Arabia Saudí deben comunicar de inmediato a la ONU la ubicación exacta de los ataques con municiones en racimo, incluidos mapas y datos con las fechas exactas de los ataques y los tipos específicos y cantidades de armas utilizadas, a fin de facilitar las labores de limpieza e información sobre los peligros y reducir los riesgos de causar más víctimas civiles.
Los Estados que suministran armas a la coalición dirigida por Arabia Saudí y los miembros de la coalición deben dejar de inmediato de transferir y utilizar municiones en racimo y deben desmantelar y eliminar sin más demora los arsenales que tengan aún de ellas.
Información complementaria
Amnistía Internacional y otras organizaciones llevan años pidiendo a todos los Estados que detengan de inmediato el uso, producción, transferencia y almacenamiento de municiones en racimo y se adhieran a la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008.
Los otros países que han producido municiones en racimo cuyo uso por la coalición dirigida por Arabia Saudí en el conflicto de Yemen se ha identificado –Estados Unidos y Brasil– no se han adherido aún a la Convención. Tampoco Yemen lo ha hecho –aunque diplomáticos yemeníes indicaron el 19 de mayo en una conferencia de la ONU que están considerando seriamente la posibilidad de adherirse a la Convención, dado el grado de contaminación por municiones en racimo del país.
Ni tampoco Arabia Saudí ni ninguno de los miembros de su coalición se han adherido. Sin embargo, según el derecho internacional humanitario consuetudinario, los miembros de la coalición no deben utilizar armas de efecto intrínsecamente indiscriminado, que ponen invariablemente en peligro a los civiles.
Desde febrero de 2016, Amnistía Internacional viene instando a todos los Estados a que garanticen que no suministran, directa ni indirectamente, a ninguna de las partes en el conflicto de Yemen armas, municiones, material militar ni tecnología que se utilicen en el conflicto, hasta que pongan fin a las violaciones graves del derecho internacional de los derechos humanos y humanitario, y a que apoyen la realización de investigaciones independientes e imparciales sobre las denuncias de comisión de tales violaciones por todas las partes.